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Maraton 3/6

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Maraton 3/6

– ¿Viven aquí? – Pregunto el Lord.

– ¿Tu, alquilas en el Ritz?

– Me permití pagar algo más cómodo. – Miró a la castaña.

– La dueña nos aseguro que era un buen cuarto.

– La dueña les mintió. – Lo señale, dándole la razón.

Acabábamos de llegar a nuestra "pensión de calidad". Las dos personas que me acompañaban estaban discutiendo, como de costumbre. 

– Solo hay dos camas, tendrás que dormir en el piso.

Se acerco a la cama de mi hermana. – ¿Guardas periódicos viejos? – Tomo uno.

– Ten cuidado, aun no termine de leerlo. – Antes de que mi hermana pudiera quitárselo, se alejó. El castaño se acercó y se sentó sobre mi cama, donde yo me encontraba leyendo algunas cartas antiguas.

– Aparezco aquí. – Me acerque.

– Asi es.

– ¿Por qué los guardas?

– Mi madre. – Respondí. – Esta esperando que nos envié un mensaje. Aun no lo hizo.

– ¿Que...?

– Le gustan los códigos. – Me encogí de hombros.

– Descifrar mensajes codificados.

– ¿Por qué les dejaría un mensaje?

– Porque nos abandonó. – Seguí mirando las cartas.

Deje de prestarle atención a la conversación al encontrar una carta de Caleb de hace unos meses.

"Querida, Christine Holmes.

Bien, no sabía cómo empezar esto, pero lo intentare.

Primero que nada, perdón por no enviarte nada los últimos meses. Estuve muy ocupado con los estudios.

Ahora sí. Dentro de poco tiempo terminare mis estudios y, cuando eso pase, iré a visitarte. No puedo especificarte cuando, pero en menos de lo que te des cuenta me tendrás a tu lado. Deseo contarte todas mis experiencias aquí en Canadá y, si se da la oportunidad, quizás pueda traerte conmigo, si quieres, claro. Y si tu madre te deja. Dile a Enola que deje de fruncir el ceño, le saldrán arrugas y se supone que es la menor.

Eso era todo. No olvides que te amo.

Con especial cariño, Caleb Michaels"

Sonreí. Cuando leí esa carta, un tiempo atrás, salte por todos lados y todos los días rogaba por que volviera.

– ¡Mueve la cómoda!

Al levantar la vista, pude ver como tanto mi hermana como Tewksbury trataban de mantener la puerta cerrada.

– ¿Que les sucede? – Los mire extrañada.

– Ahí un tipo afuera que intenta matarnos.

– ¿Cómo es que nunca me doy cuenta de nada?

– No lo sé, pero ayúdanos.

Me acerqué a la puerta y empecé a ayudar.

Cuando mi hermana empezó a hablar con la persona al otro lado de la puerta, me gira hacia el castaño.

– ¿Ves esa ventana? Lleva a un techo. Quiero que salgas por ahí y huyas.

– ¿Y qué te deje?

– Debo ayudar a Enola.

– Pero ustedes también deben huir.

– Si te atrapa tu vida estará en peligro. – Lo mire de reojo. – Si nos atrapa, solo tendré una vida que no quiero. Vete.

– No quiero dejarlas

– ¡Vete!

Dudó un poco antes de salir por la ventana.

"Enserio, tengo tan poca fuerza" Pensé al notar como la puerta era abierta.

La señora que nos vendió los vestidos y nos trajo aquí estaba acompañando a nuestro captor.

Sabía que había algo mal con esa mujer.

𝒞𝒽𝓇𝒾𝓈𝓉𝒾𝓃ℯ  [Tewksbury Y Tu] TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora