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Ya era Lunes, el alfa lobo estaba entrando a su escuela junto con su hermano, quien estaba saltando de alegría por su primer día de clases, veamos si tiene el mismo entusiasmo después de un mes.

—¡Vamos hermano, te mueves muy lento! —decía mientras jalaba un brazo intentando que vaya mas rápido, obteniendo todo lo contrario.

—¿Para qué? Todavía hay tiempo.

—¡Pero yo quiero ser el primero!

—¿Me levantaste a los seis de la mañana porque querías ser el primero?

—Sí.

Un pequeño golpe recibió en su cabeza, el alfa mayor se tuvo que despertar muy temprano por un capricho de su hermano. Su ánimo estaba muy mal, en la escuela no había nadie, bueno, a excepción de los de limpieza.

Cuando pasaron por el parque de la escuela Emilio percibió un agradable aroma, muy conocido, buscó con su mirada de dónde provenía dicho aroma encontrándose a una personita con cabellera castaña y que estaba de espaldas arrodillado.

—Oli, adelantate, el salón esta en el tercer piso a la derecha.

—¿Por qué?

—Porque sí. Mira, me has levantado muy temprano para esto, asi que haz caso.

Su hermano bufó y corrió hacia el edifio de su salón. Emilio negó divertido y volvió su vista donde estaba esa personita, caminó lentamente para no asustarlo hasta quedar detrás de él, se acercó a su oído y sopló en ella asustando al omega quien dio un brinquito del susto pero luego se calmó cuando vio que era Emilio, este sonrío por el lindo puchero que hizo y se sentó al lado de él.

—¿Qué escondes ahí? —preguntó apuntado con su dedo a un bulto en su pecho.

—Meow.

Joaquin abrazó su pecho y miró a otra dirección ruborizado.

Emilio al principio se sorprendió pero luego miró divertido al omega, se acercó mucho a él sin que se diera cuenta, pues estaba mirando a otro lado.

—En la escuela no se permiten animales. —susurró.

Joaquin volteó para encarar a su Hyung pero abrió sus ojitos avellana sorprendido al ver los ojos negros del alfa muy cerca de él, su cara estaba roja como un tomate.

—Meow.

Emilio miró hacia abajo viendo una cabecita de colores salir de la camisa del omega, sonrió y acarició la cabecita suave. Joaquin miraba callado al alfa, su corazón estaba latiendo muy fuerte solo por un acercamiento así, su animalito le pedía que abrazara al alfa.

—¿En dónde lo encontraste?

Emilio sacó cuidadosamente al gatito para ponerlo contra su pecho y darle muchas caricias, suponía que tenía unos dos meses ya que era muy chiquito. Emilio levantó la cabeza con una sonrisa para ver al omega, él lo estaba viendo directamente, sus miradas se conectaron; sintieron sus corazones later muy fuerte. Emilio apartó la mirada avergonzado y muy nervioso, hizo un sonido con su garganta para llamar la atención del omega, este parpadeó varias veces y se dio cuenta que el gatito ya no estaba en su pecho sino en los brazos del alfa.

—T-Te pregunté, ¿en dónde lo encontraste?

Joaquin buscó en su mochila rápidamente su libreta y escribió "Mi mamá me dejó muy temprano en la escuela porque tenía una entrevista de trabajo, entonces al entrar escuché unos maullidos y me lo encontré. Estaba muy asustado asi que lo abracé y le di calor, un poco de mi lonchera también", se lo mostró al alfa. Emilio leyó todo con mucha ternura, su omega tenía un gran corazón.

Mudez/EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora