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Había pasado una semana de arduo trabajo en equipo. Todos en sus respectivas áreas. Joaquin había practicado mucho para quedar a la misma altura que sus amigos, ellos eran muy asombrosos y veloces, como no, después de todos ellos ganaron un puesto para el colegio solar. 

—¡Joaquín! 

Se sobresalto al escuchar un grito cerca de su oído, su entrenador Camilo no tenía piedad con él, ¡sólo le daba diez minutos de descanso! ¡Eso era abuso! Pero tenía que dar todo de sí para no defraudar al grupo. 

—Veo que estas cansado. Recuerda que tienes que tener una buena resistencia para todo gatito. 

Joaquín sintió entendiendo, no queria darse por vencido tan pronto. ¿Y si por un falló de él todo el esfuerzo de su colegio perdía? ¿Y si hyung se alejaba de él por ver que no es capaz? Su aroma cambió a uno mas agrio por el miedo y presión.

Camilo se rasco la mejilla por verlo temblar en su sitio, estiró la mano para tocar su hombro pero algo pasó por su lado velozmente.

—Eh. No estés así Joaquín. No tienes que estar en presión. Si no ganas eso no importa, después de todo solo es un juego —dijo el alfa lobo acariciando la cabellera castaña de su omega mientras pegaba su mejilla a la de él para dejarle un poco de su aroma, eso lo haría relajar. 

Camilo se sintió raro al verlos juntos, ¿es normal sentirse así por ver a sus amigos darse un cálido abrazo? O ¿solo era por el lindo omega gatito? Movió su cabeza para despejar sus preguntas que no le darían ninguna respuesta. 

—Camilo, yo lo ayudaré. Ve a entrenar con tu equipo de fútbol. 

—Claro. Nos vemos. 

Emilio sonrió cuando vio a su omega sentado en el césped limpiando el sudor de su frente con sus muñecas, un claro ejemplo que era todo un gatito. Sacó un pañuelo de su bolsillo y se acercó lo suficiente para limpiar su frente sudada.

Joaquin lo vio detenidamente, su rostro iluminado por el sol lo hacía ver mucho más pálido y sus lindo labios delgados le hacían recordar ese día en donde dio su primer beso. Se ruborizó al pensar nuevamente en eso, su gatito se emocionaba cada que recordaba ese bello momento íntimo con su alfa. 

—Siempre estaré contigo, Joaquín. 

Asintió nuevamente embobado por su belleza. Sintió unos brazos en los suyos sacándolo de su ensoñación, Emilio lo estaba levantando. Todo parecía un sueño, bueno, todo hasta que vino el profesor con unas cajas junto con su omega. 

—¡Chicos vengan para que se hidraten!  —¡Les preparé rica comida a todos! —gritó emocionado el médico. 

Todos corrieron alegres y con gritos eufóricos hacia la pareja. Alex comenzó a repartír las botellas y Dylan la comida. 

Emilio sujetó suavemente la mano de su omega y éste se sobresaltó por el toque repentino, ambos se miraron, el alfa esbozó un linda ronrisa que fue contiagada por Joaquín. Ambos se dirigieron así a sus mayores. 

El alfa conejo vio sus manos unidas y se atraganto con la comida por la impresión, ¡¿qué hacían agarrados de las manos?! ¡Quería una explicación coherente! 

—¡Ey, no te mueras aún, debemos ganar primero! —dijo Emma para después darle un manotazo en la espalda y así expulsar todo el arroz que había comido. 

—¡¿Por qué están de las manos?! —dijo sin aliento.  Ambos se ruborizaron y separaron sus manos al instante, todos sus compañeros estaban sorprendidos por el alfa, nunca lo habían visto ser tan... ¿Afectuoso?, ¿acaso había otra pareja en el salón? ¿Ese lindo omega ya tiene alfa? 

Mudez/EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora