3:06 am. La lluvia caía delicadamente sobre la ciudad, cubriéndolo todo a su paso. Nico Di Angelo seguía a oscuras observando, por la ventana del tercer piso, como lloraba el cielo. A esa hora ya era 25 de Diciembre, excelente fecha para compartir con quien amas aunque éste no sería su caso. Percy había llevado a cenar a su novia, Annabeth, a uno de los mejores restaurantes de New York. Se lo había informado a eso de las 8 cuando Nico estaba por comenzar a vestirse para salir con él, ya que la hija de Atenea estaba fuera. Por un cambio de planes ella terminó volviendo antes y arruinando, quizá, la única oportunidad que tendría de estar a solas con él. No pensaba decírselo esa noche, ni la posible madrugada junto a él del día siguiente. Ya se había resignado a que nunca lo tendría únicamente para sí, y, que aquello no cambiaría por mucho que lo deseara en la profundidad de sus pensamientos.
Lo que no te mata hace que desees estar muerto. Ya no soportaba la angustia que le provoca ver como él lo dejaba por ella. Cada día de su vida, desde sus 10 años al verlo por primera vez, había anhelado estar a su lado aún sabiendo que no era lo correcto. Y no era diferente lo que sentía esa noche, todos estarían fuera compartiendo buenos momentos mientras él sólo se deprimía más y más.
Una blanquecina luz se filtró, iluminando tenuemente, la silla en la que reposaba el traje que hubiera estrenado de no ser por Annabeth.
Recorrió la habitación hasta llegar a la cocina y servirse otra copa de champagne.
―Maldito Percy, siempre tan ajeno a los sentimientos de los demás ― pensó mientras seguía bebiendo. Intentó ahogar sus demonios en alcohol pero desgraciadamente éstos sabían nadar. Ni unas cuantas copas lo salvarían de sí mismo aquella noche. Era más fuerte a cualquier cosa que hubiese sentido nunca. Quería morir.
Por ser lo que era, por ser el patético idiota que de nuevo había confiando ciegamente en el hijo de Poseidón. Había tenido ya su mala experiencia al dejar la vida de Bianca y ahora prácticamente estaba poniendo la suya. Aunque poco le importaba. Era cierto que lo quería más que a nada pero tampoco se humillaría por él. Aún le guardaba rencor por demasiadas cosas, sobretodo por lo de Bianca; defecto fatídico de los hijos de Hades.
Estaba cansado de toda esa vida de mierda; hundiéndose más y más profundo en depresión.
Definitivamente quería morir. Y lo haría. Les daría el placer a todos y se dejaría llevar al mundo de los muertos.
Fue al baño y abrió el grifo, mientras esperaba que se llenara la bañera buscó algunas cosas: otra botella de champagne y una gillette, dejándolas a su alcance. Se quitó su remera y pantalones negros, quedándose únicamente en boxers. Intentó replantearse lo que estaba a punto de realizar pero con tanto alcohol encima no fue capaz.
Cerró el grifo y se despojó de la escasa ropa que le quedaba. Introdujo primero una pierna para comprobar si estaba muy caliente. A una temperatura elevada tardaría más en perder sangre pero al tocar el agua no sintió nada. Ni calor, ni frío, simplemente nada. Bien podría ser efecto de su borrachera o podría haber perdido la sensibilidad en la pierna. Qué importaba. Sus propósitos eran más urgentes.
Terminó de sumergir el resto de su cuerpo. No quería ser visto sólo como un amigo; nada podía ser perfecto; lleno de mentiras que se negaba a creer.
Diminutas lágrimas se estaban formando bajo sus ojos, desplazándose delicadamente por sus sonrosadas mejillas. Con la mirada perdida tomó la afilada gillette. Posicionó su brazo.-Adiós, Percy, siempre te amé aunque ni siquiera lo hayas notado- y cortó presionando fuertemente la cuchilla contra su piel ya profanada en muchas ocasiones anteriores.
Todo a su alrededor comenzó a teñirse de un intenso color carmín; la pureza siendo corrompida por el dolor. El final se acercaba, nada importaba, todo allí sobraba. No volvería a sentirse como el parásito que en verdad era.

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Drown
Fanfic♦Precuela de Saving Me♦ En la noche del 25 de Diciembre Nico suponía pasar la noche con Percy cuando a éste le surge un imprevisto por el cual terminará yéndose. Resignado a pasar una Navidad en la completa soledad, tomó una decisión arriesgada que...