19-Octubre-2020.
Por cuestiones de trabajo de mi novio, tuvimos que vivir en ciudades diferentes; nos comunicábamos todos los días, la mayor parte del tiempo. Sin embargo, un día dejó de contestar mis mensajes y llamadas.
Me preocupé tanto que a la primera oportunidad que tuve, tomé un autobús rumbo a su ciudad.
Al llegar, toqué varias veces sin obtener respuesta. Asustada, abrí el lugar con las llaves de repuesto y un fétido aroma inundó mis fosas nasales; me dieron ganas de vomitar y salir corriendo... Olía horrible, a podrido.
Mi novio llevaba varios días muerto en la entrada de su casa.