Capítulo dos: Después del desastre viene más desastre

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Después del desastre viene más desastre 

Un proverbio dice: 

 «El que ha nacido para ser ahorcado nunca será ahogado». 

LUCY

Escucho sus pasos a lo lejos, una danza sutil pero ominosa que reverbera en la penumbra. Su sonrisa se dibuja con una calma perturbadora cuando giro mi rostro para encontrarla. No debería aterrarme, pero un escalofrío me recorre el cuerpo, helado y punzante, como una advertencia cruel que me dice que no hay modo de escapar. Los negros abismos en sus ojos me hipnotizan, atrapándome en su mirada, mientras mi instinto grita en silencio que huya, que grite, que haga algo... pero las palabras se me atoran en la garganta.

El vacío en mi estómago se agranda, como si algo oscuro estuviera tomando forma dentro de mí, y el nudo en mi garganta se convierte en un lazo que amenaza con ahogarme. El aire se vuelve denso, pesado, mientras la realidad se distorsiona a mí alrededor. Cierro los ojos, y en el momento en que el silencio se convierte en un grito ensordecedor, caen gotas cálidas, brillantes, que se deslizan por mis mejillas. El costado de mi cabeza arde; tengo que abrir los ojos, pero la pesadez me arrastra.

Cierro los labios, y justo en ese instante, unos brazos me rodean, pegándome a su cuerpo con una fuerza desmesurada. La visión se me torna borrosa, como si una niebla oscura se cerniera sobre mí, y la luz se desvanecía lentamente. Entonces escucho su voz, suave pero escalofriante...

«—Eso es, Lucia. Cada vez lo haces mejor, estoy orgulloso de ti y de lo que he creado».

El pánico se agita dentro de mí, una tormenta de desesperación, cuando abro los ojos y me encuentro con el cadáver, inerte y terrorífico, un espejo de lo que podría ser mi destino. Miro mis manos y la piel me resulta extraña, como si no fuera mía. Quiero avanzar, gritar, hacerle saber que no soy su marioneta, que no quiero ser lo que él ha diseñado. Pero la lengua se me duerme, se pliega y se retira en un acto de traición. Entonces la oscuridad me envuelve, es un manto gélido que me arrastra hacia lo desconocido, y permanezco allí, inmóvil, sumergida en un abismo del que apenas puedo parpadear antes de que la realidad se disuelva por completo.

Abro los ojos y veo el techo blanco estéril de una habitación, la luz fría me hiere. Una tos ahogada escapa de mis labios, un reflejo indeseado que me recuerda lo viva que todavía estoy. Cristian aparece en la puerta, su presencia es un ancla a la realidad, a la confusión que me arrebata en un sueño o pesadilla cuya trama permanecía oculta.

—¿Quieres algo? Te quedaste dormida unos minutos. — Su voz es un murmullo suave, casi como si temiera que al alzarla, rompiese la calma tensa del lugar. — ¿Quieres comida? — Pregunta y frunce los labios mirando lo que tengo contra mi pecho — ¿Te gusta la ropa o quieres que pida otra? Es todo lo que pude encontrar aquí, creo que te quedará enorme porque es de Consus, pero...

—Así está bien. — Respondo, sintiendo el roce de sus dedos al tomar la ropa. Un escalofrío recorre mi piel, un roce trivial puede despertar demonios; su mirada me quema, pero el vibrar de su celular corta el hilo de nuestra conexión.

Los Secretos de La Élite® [Bloody#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora