Cristian

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Ted Bundy una vez dijo: "No hay una línea clara que separa a los 'normales' de la gente como yo. La locura es un espectro en el que todos estamos situados en algún punto."

Canción de Cristian: Elley Duhé - Middle of the Night

NARRADOR OMNISCIENTE

Cristian Fairchild llegó al mundo un diecisiete de febrero, un día que se marcaría en las crónicas de Hiverdele no por la alegría de su nacimiento sino por el aire sombrío que siempre había acompañado a la familia Fairchild. Una tormenta de nieve furiosa azotaba a la pequeña ciudad en ese momento, acumulando un manto blanco que cubría el suelo como un sudario, ocultando las huellas del pasado y amenazando con enterrar los secretos que se habían gestado dentro de las paredes de la mansión Fairchild.

Desde su llegada, Cristian encarnaba la dualidad de la vida en su familia. El hijo más pequeño, la esperanza renaciente y, al mismo tiempo, el más reciente cargador de un legado oscuro. Su familia, a la vista de los demás, era perfecta; ricos, influyentes, y respetados. Pero detrás de la fachada había un abismo en el que se gestaban ambiciones y deseos profundos, junto con el miedo que cada uno sentía por los secretos ocultos que hacían a los Fairchild temibles en su esencia. La verdad era que su vida sería un campo de batalla, una lucha constante entre la lealtad familiar y el deseo de escapar de la sombra opresiva que pesaba sobre cada uno de ellos.

A medida que crecía, Cristian se volvía más consciente de esta fundada contradicción: el amor que se promovía en su hogar era, en verdad, una prisión hecha de cadenas invisibles. Durante sus primeros años, sus ojos cafés reflejaron el destello de la inocencia, pero la oscuridad a su alrededor empezó a permear su alma. Como un observador silencioso de la complejidad de sus hermanos, Cristian anotó cada una de sus debilidades y fortaleza, pronunciando su propio juramento en su mente: jamás seguiría el mismo camino que ellos, jamás caería en sus mismas trampas.

El primer episodio que marcó su vida fue aquel encuentro oscuro, uno que quedó grabado en su memoria como una marca indeleble. Cristian tenía cinco años cuando su padre lo llevó a una reunión clandestina donde se discutían los tratos más sucios y las decisiones más crueles. Era un lugar austero y bien iluminado donde la opulencia cohabitaba con lo macabro. Con miedo y curiosidad, Cristian observó a su padre, Caleth, un hombre de inteligencia aguda y astucia perfectamente cultivada. Allí, entre murmullos y alrededor de una mesa de madera oscura, su padre miró a la mujer que le había deudado y, en un discurso cargado de autoridad, hizo que la desgracia se cerniera sobre ella.

Deber a un Fairchild es cometer un error imperdonable,había pronunciado Caleth mientras Cristian sentía que el miedo se transformaba en admiración. La imagen de esa mujer arrodillada, llorando, implorando compasión mientras su padre aseguraba su destino a través del silencio de su mirada, dejó una huella incandescente en el pequeño. Aquella escena desdibujó las fronteras de lo que era correcto e incorrecto en su mente infantil. Mientras una parte de él se horrorizaba, otra parte, más oscura y secretamente ambiciosa, se preguntaba: "¿Esto es el poder?"

Desde aquel momento, Cristian empezó a juntar piezas misteriosas, a conocer la arquitectura del miedo que había construido su familia. Las reglas se fueron definiendo en su mente de una forma casi tenebrosa. Aprendió que el respeto se ganaba a través de la intimidación, que la familia no solo era un refugio, sino también una arma. —Siempre cumpliremos las reglas"—, decía su padre. Pero Cristian, por dentro, se cuestionaba: "¿Y si las reglas son las que nos atan?"

Los Secretos de La Élite® [Bloody#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora