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Era lunes. Ellie estaba en su apartamento anotando cosas en una libreta, más exactamente cosas que necesitaba comprar.

Su timbre sonó, algo molesta ya que tenía un gran desorden, fue a abrir la puerta.


Kat estaba ahí parada con su típica sonrisa imposible de borrar de su cara. Inspirando miedo como siempre.

Ellie no dijo nada, la dejó entrar.


-Podemos hablar como gente civilizada?- dijo la pelirroja.

-Pues claro, si eso es lo que siempre he querido.- respondió Kat.


Ellie negó ligeramente con su cabeza, sabiendo que estaba mintiendo. Sin embargo no lo mencionó. Necesitaba tener la atención completa de Kat.


-Mira. Estoy en algo con Megan, ok? Ella de verdad me importa y mucho. Entiendo que sigas enamorada de mí... pero entiende que ella me hace feliz. No quiero cagarla por tu culpa. Entiéndelo, por favor.- dijo intentando mantenerse calmada y clara.

-Pero podemos intentarlo, seguro que Megan te hace feliz. Pero me tienes aquí completamente dispuesta a todo. Soy una oportunidad demasiado buena para que la pierdas.- dijo Kat, acercándose a Ellie.


Antes de que intentara hacer algo agarró su camiseta fuertemente por la zona del cuello, levantando a Kat ligeramente. Frunció el ceño y apretó el puño.


-No entiendes, verdad?- dijo alzando la voz. No hubo respuesta.

La miró fijamente, seguía alzándola. A pesar de aquello Kat la besó.


Esta vez no la detuvo, la lanzó sobre el sofá y la besó devuelta. Toda su cabeza estaba en la mierda, preguntándose que estaba haciendo. Sabía que estaba mal, no quería hacerlo.


Estaba muy cansada para detenerlo, solo quiso darle el gusto una vez pensando que quizás esa era la única manera de que se despegara.


Sorpresivamente escuchó la voz de Megan llamando su atención. Estaba ahí parada en shock.

Ellie comenzó a sudar, no podía siquiera formar una oración coherente. Todo se estaba derrumbando en ese preciso instante. No sabía que decir, que hacer. No sabía como diablos explicarle a Megan todo.

Se sentía mal. Se sentía mal con ella misma.


Discutió un buen rato con Megan, cada palabra que decía era como un puñetazo directo al corazón. Hasta que notó que la voz de la rubia empezó a quebrarse.

Sus palabras ya no eran golpes, eran más bien disparos. No soportaba verla así por su culpa.

Cuando habló dijo otra estupidez de la que se arrepintió luego de decirla. Estaba cagándola en grande.

La vio salir completamente destruida de su apartamento.


Todo estaba en silencio, solo se escuchaban sus propias lágrimas caer.


Su mente repetía una y otra vez las palabras de Megan en su cabeza. Una y otra puta vez. Los llantos lejanos que se escucharon luego de que saliera del apartamento, su voz quebrándose.

GREEN EYEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora