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Tristeza. Eso fue lo primero que notó Alex cuando se encontró con Eiji en los pasillos del subterráneo. 

—¿En donde te habías metido? —pregunto Eiji sin ánimos en la voz.

—Me perdí por los túneles. —mintió con razón— Es sencillo extraviarse cuando esta tan oscuro. 

Tras escucharlo, el pelinegro solo asintió antes de encaminarse hasta el dormitorio que compartían y Alex lo siguió sin hacer el mas mínimo ruido. 

—No pude encontrarlo, Alex. 

Al castaño le resultaba ridículo el sentimiento de culpa que tenia en el pecho. Apenas estaba conociendo a Eiji, pero le fue inevitable sentir algo de remordimiento mientras veía la postura derrotada de este. 

Apenas estaba comenzando el engaño y ya se estaba contagiando por la amargura de su compañero. 

—No deberías buscar a alguien que no quiere ser encontrado. —dijo cuando ambos se estaban metiendo entre las mantas. 

—Parece que esta buscando algo, pero no es un ladrón. —Eiji hablaba con seguridad, pero sus ojos no conectaron con los de Alex— Los ladrones no se te quedan viendo mientras finges dormir. 

Alex no supo que responderle. El príncipe debía crear sus propias cartas de mentiras. 

[...]

El entrenamiento inicio con normalidad luego del desayuno. 

Eiji le agradeció a Kong cuando este se ofreció a acompañarlo en el entrenamiento cuerpo a cuerpo, pero tuvo que ocultar sus nervios cuando el silbato de Blanca resonó en el cuarto de entrenamiento. 

Kong era mas grande y fuerte que el, sin embargo, pudo concentrarse lo suficiente para lanzarle un puntapié que logro llegar hasta la altura de los ojos. Kong se tambaleo un instante, pero se recobro a tiempo para darle acertarle un golpe al abdomen de Eiji. 

Blanca los miraba a ambos con una sonrisa disimulada. Eran notables los avances que todos sus subordinados estaban logrando en tan poco tiempo. Kong estaba dejando atrás su torpeza, y lograba manipular su fuerza como antes le resultaba imposible. 

Pero quien tenia maravillado al hombre era Eiji. Su fuerza, flexibilidad y agilidad habían mejorado a pasos agigantados, tanto así que, Blanca tenia la certeza de que muy pronto podría hacerle frente a cualquier mosquetero de alto rango y salir vencedor.

Resultaba una lastima que el muchacho no fuera consciente de ello. Eiji sentía que le faltaba mucho por aprender, y demasiado que arreglar de si mismo para ser un verdadero mosquetero. 

Eiji creía que jamás podría pensar en si mismo y sentir que la imagen estaba completa. 

El moreno recibió otro golpe de Eiji, y este estuvo a punto de arremeter de nuevo contra su amigo para darle fin al entrenamiento. Sin embargo, los ojos del mas bajo se desviaron hacia la puerta, y se quedaron allí clavados el tiempo suficiente para que Kong viera la oportunidad de darle un puñetazo en el rostro que terminaría dejándolo en el suelo. 

—¡Eiji! —grito Blanca con preocupación al ver la sangre escurriendo por la nariz del muchacho. 

Kong se apresuro en brindarle una mano para que se levantara, pero su gesto fue cordialmente negado por el chico que seguía mirando la entrada del cuarto. 

Trato de pensar que no era una alucinación, y se sintió indiscutiblemente aliviado cuando noto que todos los demás se hallaban observando lo mismo que el. 

El intruso miro a cada uno de los presentes antes de comenzar a caminar con la cabeza en alto, pero la realidad era que hacia un esfuerzo para que el temblor de sus labios no se hiciera notar. Notó la mirada perpleja de Eiji, y supo que ya era demasiado tarde para salir corriendo cuando se paró en medio del cuarto y toda la atención se centró en él.

—Soy Ash Lynx —dijo sin rodeos. Pero al instante se encontró con la imagen de Alex reprochandole eso que los demás desconocían— Y quiero entrenar junto a ustedes.

Blanca lo evaluó de pies a cabeza.

—¿Que puedes tener de especial para formar parte de esta guardia?

—No tengo nada. —dijo. Sus ojos miraron a Alex con súplica para no ser delatado— Tampoco soy algo mas que un simple jardinero.

El mayor pudo seguir inspeccionando la presencia de Ash en su guarida secreta, pero entonces, una macabra idea le llegó a la cabeza.

—Eiji —él nombrado salió de su trance para finalmente levantarse del suelo— Toma tu espada, lucharás contra él.

A todos les tomo por sorpresa la orden del líder, incluso se enviaron miradas expectantes entre ellos. Pero Eiji no titubeó para acercarse hasta la zona de armamento y tomar la espada que le pertenecía.

Estaba impresionado. Estaba frente a aquel extraño, a segundos de enfrentarse, pero la situación parecía tenerlo sin cuidado.

No lo conocía, no sabía las razones que el rubio tenía para estar merodeando por los túneles secretos y espiarlos incluso en las madrugadas. Eiji solo tenía la certeza de que ganaría el duelo, y reclamaría las respuestas a sus dudas como premio.

—Cuando quieras.

Ash tomó con agilidad la espada que Blanca le lanzó, y se posicionó frente a Eiji mientras los demás se ubicaban alrededor para ver el combate.

Blnca hizo sonar el silbato de nuevo, y la pelea dio inicio.

El sonido del acero empezó a presentarse, y los aprendices no tuvieron ninguna duda de que Ash Lynx parecía ser un oponente a destacar. Se notaba la fuerza que poseía, su agilidad para leer los movimientos de Eiji resultaba peculiar e impresionante.

No parecia una batalla, sino una coreografía improvisada.

Pero Eiji no estaba dispuesto a perder, mucho menos ante el muchacho que se habia atrevido a interrumpir sus sueños cada noche desde hace una semana. Así que reforzó el agarre que tenía en su espada y atacó de nuevo con movimientos más precisos y elegantes ante los ojos de sus compañeros, cambio el ritmo sin previo aviso hasta que logró enredar la espada del rubio con la suya.

Una espada terminó en el suelo, pues el nuevo príncipe había perdido.

Nadie habló cuando Ash se dispuso a recoger el arma que se le había otorgado, tampoco se escuchó algo cuando las manos de Eiji se adelantaron en tomar el objeto para sostenerlo frente al perdedor de aquella pequeña disputa.

Por primera vez pudo mirarlo de cerca, sin el movimiento agresivo de sus cuerpos atacando. Eiji se grabó todos los detalles de Ash antes de poner la espada en alto con la intención de  devolvérsela. Él de ojos verdes la agarró por el extremo de acero, sin importarle lo imprudente o peligroso que pudiese resultar. Sin embargo, Eiji aún no tenía planeado soltar el arma.

—Tus manos son muy lindas, no parecen las de un jardinero.

Ash nisiquiera pudo pensar en algo antes de que el peli negro soltara la espada y decidiera salir del cuarto de entrenamiento. Se quedó allí, sin razón ni motivo.

—Puedes quedarte —escuchó por parte de Blanca— Estas a prueba.

Agradeció con un simple gesto, y antes de comenzar su primer entrenamiento se quedó mirando la puerta por donde solía espiar en silencio.

Era un mentiroso, un príncipe con un nombre inventado. Pero de algún modo,era lo único que le quedaba.

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Eiji y Los tres Mosqueteros || AshEiji Donde viven las historias. Descúbrelo ahora