III.- Conociéndonos.

311 22 0
                                    


III.- Conociéndonos.

Kagome miraba fascinada las calles del lugar, todo allí aún conservaba ese toque del Japón antiguo. Después de turistear por el pueblo, Sango dijo que debía conocer el templo Hida Kokubun Ji, así que su segunda parada fue esa. Mientras las chicas miraban en lugar, Miroku e Inuyasha las seguían.

― Todo es tan lindo.― dijo la azabache al ver los amuletos que vendían en el templo.

― Toma para que adornes tu cuarto.― dijo Sango al darle uno.

― Gracias.― lo tomó en sus manos como si de un gran regalo se tratase.

― Me sorprende que te guste este lugar.

― ¿Por qué no habría de gustarme? Siempre quise conocer un lugar así.― contestó extrañada y Sango solo le sonrió, ella miraba a Kagome y le encontraba cierto parecido con Kikyou, pero en definitiva eran muy diferentes.

― Miroku y yo nos iremos mañana, pero vendré a ver como estas, lo prometo.

― Estaré bien, el joven Taisho no creo me quite un ojo de encima, anhela mucho a su hijo.

― En ocasiones parecerá algo difícil, pero tenle paciencia, es medio bruto el muchacho, pero tiene buen corazón.

Desde que Sango y Miroku se habían marchado, habían pasado dos semanas y Kagome ya se había adaptado a esa casa, hablaba pocas veces con Inuyasha y siempre que ella quería cocinar, él decía que eso ya estaba resuelto, quería ir a ver quien la preparaba pero como debía pasar frente al cuarto de Inuyasha o por la sala, siempre él la veía y no la deja ir a la cocina. Todo eso se le hacía muy extraño, pero tal vez era un chef tipo Gordon Ramsay y lo mejor era no acercársele.

― La comida está lista.― dijo Inuyasha al ir a la habitación de Kagome.

Kagome de inmediato se levanto y bajo con él al comedor, tomó asiento en la pequeña mesa baja de madera, sentándose en su lugar se siempre, frente a Inuyasha.

― ¿Quién la preparo?― preguntó por fin, ¿qué le podía hacer? era curiosa.

― Mi nana, come.― contestó cortante.

― ¿Dónde está? Quiero darle las gracias por prepararla siempre.

― Ahora ya se fue, pero yo se lo digo.

― ¿Volverá?

― Ella solo vendrá a lavar y hacer de comer.

Ante las respuestas poco "amables" por parte de Inuyasha, decidió comenzar a comer su pescado, cuando terminó miro hacia el jardín trasero de la casa, desde que llego tenía unas ganas enormes de salir y relajarse, desde adentro podía apreciar que tenía un pequeño estanque y un puente que lo atravesaba, también podía ver que tenía una gran variedad de flores y árboles pequeños. Pero no sabía si salir le molestaría a Inuyasha, tal vez pensaría que iría de chismosa o tal vez podía llegar a toparse con alguien que no debiera.

― ¿Puedo salir al jardín?

― Solo ten cuidado.― contestó y Kagome sonrió.

Inuyasha miró a Kagome, no sabía por qué le pedía permiso ¿acaso ella lo veía como un tirano? ¿ella le tenía miedo?

Aquel día caía un terrible aguacero, el silbar del viento y el movimiento de los árboles se escuchaba con claridad. Kagome estaba en su cuarto leyendo un libro, cuando Inuyasha entró.

― Voy a salir.― ella lo miró sorprendida ¿Iba a salir con semejante lluvia?.― ¿Necesitas algo?

― No.

VIENTRE DE ALQUILER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora