VIII. Hanami.

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VIII. Hanami.

Ese era el momento, Kaede no estaba y no le interrumpiría para nada. Le daría a Kagome el regalo que estuvo guardando por varios meses, solo esperaba que le gustará. Camino hasta la recámara de ella, respiro hondo antes de entrar, ese no era el momento para acobardarse, tocó a la puerta y espero que ella le contestará para entrar.

― Adelante, Inuyasha.― dijo sorprendida, ella pensó que era Kaede.

― Tengo un regalo para ti, toma.― dijo de inmediato y puso frente a ella una caja de madera.

Kagome miraba la caja extrañada, no sabía si el regalo era la caja o lo que pudiera haber dentro de ella, paso sus manos por el borde, decidiendo si la abría o no cuando Inuyasha la sacó de sus cavilaciones.

― Ábrela.― le animó al ver que ella no lo hacía y eso, lo ponía muy nervioso.

Al abrir la caja se quedo muda, dentro habían varios botes de pinturas acrílicas, oleos y acuarelas de distintos colores, pinceles, paletas, espátulas, pasteles y colores en una amplia gama, simplemente era un hermoso kit de pintura.

― Espero puedas seguir decorando las jardineras y las masetas, o si prefieres pintar cuadros, la próxima vez que vayamos a Nayoga pasamos y compramos un caballete...

― Muchas gracias.― le interrumpió.― Es hermoso, nunca había tenido algo así.

Cada vez que pasaba por una tienda de arte, solo podía admirar esas cosas y esperar algún día tener el dinero suficiente para poder comprarse uno, pero ahora, Inuyasha llegaba con ese presente, era sin dudas uno de los mejores regalos que había recibido en su vida.

― Me alegro que te gustase.

― Aun así no debiste, esto debió costarte una fortuna.

― Tú lo vales.― dijo provocando que la azabache se sonrojará.― ¿Qué es lo primero que pintarás?

― Voy a seguir tu consejo de darle color al jardín.

― Y dime ¿Por qué no estás con Kaede? Pensé que querías ayudarle.― dijo para no tener que irse.

― Y lo estaba haciendo, pero hoy me dijo que descansará para mañana, que hoy estaría en casa de unas amigas checando los últimos detalles.― infló sus cachetes, ella quería ver como organizaban el Hanami.

A Inuyasha le hizo gracia el puchero de Kagome, era como una niña pequeña a la que se le negó algo.

― Mira el lado positivo, mañana te llevaras una sorpresa mayor.

Kagome sonrió, Inuyasha tenía razón mañana esperaba fuera un maravilloso e inolvidable día.

El Hanami había llegado al fin, Kaede solo había ido después del medio a dejarles unos presentes a Inuyasha y a Kagome, después de eso regreso a su puesto de comida. Y ahora que estaba atardeciendo era momento de irse para Inuyasha y Kagome.

Inuyasha caminaba por su habitación de un lado para otro, no se sentía seguro con la ropa que Kaede prácticamente le había obligado a ponerse, una yukata negra con bordes blancos y obi gris oscuro, hace mucho tiempo que no usa eso y no sabía si a Kagome le gustaría como se veía. Lo mejor era hacer eso de una vez, así pronto acabaría su sufrimiento, fue a la habitación de Kagome y al entrar quedo boquiabierto, la chica llevaba el cabello recogido y vestía una hermosa yukata negra con sakuras violetas, mientras el obi lila le resaltaba más su vientre y senos.

― Ya debemos, tenemos... Ya vámonos.― dijo con dificultad.

― Ya voy, me cambió y voy.― dijo rápidamente.

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