XVII. Enfrentamientos.

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XVII. Enfrentamientos.

Sonomi y Sabato se quedaron mirando a su hija, luego se vieron entre ellos, a pesar de que Kagome dijo muy rápido las últimas palabras lograron comprenderlo, pero lo que ellas les decía no podía ser verdad, no tenía lógica. Lo único que se les ocurría era que ella tenía novio y él tenía un hijo, tal vez padre soltero.

― ¿Cómo dijiste?― preguntó con cautela Sabato.

― Que son abuelos.― dijo volviendo a cerrar los ojos, tenía miedo de lo que estaba por pasar.

― Querrás decir que son novios y que él tiene un hijo.― intervino Sonomi para calmar la tensión.

― No, en realidad son abuelos.― negó Kagome.

― Explícate bien ahora mismo jovencita.― ordenó Sabato, si era una broma no le estaba gustado.

― Verán yo... Yo... Es que... ¿Por qué mejor no se sientan?― pidió la azabache al ver la mirada colérica de su padre.

― ¡KA-GO-ME!― la chica se estremeció por el grito de su padre.

Souta también se encogió de hombros y se puso atrás del sillón, por si las cosas se salían de control él correría afuera con su sobrino, quien para su sorpresa ya estaba dormido a pesar del grito de su abuelo.

― Cuando mamá enfermo... Yo... Es que...― no sabía que decir, las pocas palabras que se le ocurrían no salían de su boca.

― Yo se los explicaré, cálmate.― dijo Inuyasha al tomarla de la mano.

Hasta ahora era un espectador, no quería meterse para no empeorar las cosas, pero no contó con que ella pudiera tuviera un ataque de pánico. Miró a Souta y por su reacción dedujo que las cosas se estaban saliendo de control, fue entonces que decidió hacerse cargo.

Y allí, parados en medio de la sala Inuyasha explicó los acontecimientos del último año. No hubo interrupciones, solo miradas de incredulidad y enojo.

― ¡¿Cómo se te ocurrió hacer semejante estupidez?!― gritó colérico Sabato a su hija al Inuyasha haber terminado su relato.

― Lo siento, estaba desesperada no quería perder a mamá.― dijo de inmediato Kagome.

― ¿Y si algo malo te hubiera pasado? Nosotros ni por enterados.― decía con enojo Sabato.― No te creí tan imprudente, me decepcionaste, no te criamos de esta manera, no había dinero pero saldríamos adelante.

Cada palabra de su padre eran puñaladas para ella, lo último que quiere un hijo es decepcionar a sus padres.

― No tiene ni idea de lo que ella sufrió por engañarlos.― comenzó a explicar Inuyasha.― Se que yo también tuve la culpa, buscar alguien para mi beneficio pero si eso jamás hubiera pasado no la hubiera conocido, en verdad amo a su hija.― dijo muy seguro de sí.

― ¿Qué hubiera pasado si no hubiera habido ese error? Ella seguiría sufriendo por ti.

― Estoy consciente de ello, pero créanme no iba a rendirme, yo también sufría al no tenerla.

― Sabes que mi hija no es plato de segunda ¿Verdad?

― ¡Papá!― interrumpió Kagome, no quería escuchar aquello, por alguna razón esas palabras le dolieron en el alma.

― Está bien.― dijo el ojidorado para calmar a la chica.― Le aseguró que no lo es para mí, Kagome es lo principal para mí.

― ¿Acaso tenías pensado que fuera tu querida?― preguntó a Inuyasha, ya que solo así su hija podía estar con él.― ¿Y tú lo ibas a aceptar? ¿Qué no tienes dignidad?― preguntó ahora a su hija, quien de inmediato comenzó a llorar y se dejo caer en el sillón.

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