♡CAPITULO 16♡

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—Si... —susurré. —, seré tu novio.

Jean me sonrió. Aquella sonrisa radiante apareció en sus labios carnosos. Un brillo se dibujaba en su mirada mientras me mostraba su perfecta y blanca dentadura. 

Sus labios se apoderaron de los míos en un beso lento y suave. Su lengua invadía mi boca con timidez mientras yo enredaba mis manos en su cabello despeinándolo un poco.  

Rió contra mis labios cuando tiré con un poco de fuerza de su cabello y dijo —¿Te estás vengando, acaso? 

Fruncí el ceño sin comprender. —¿Por qué habría de vengarme? 

—Por haberte hecho creer que no sentía nada por ti. 

—¡Oye!, ¡Es cierto! —dije en un susurro imprimiendo todo el coraje que podía en ese momento. —, ¡¿Por qué demonios me hiciste algo tan cruel!? —demandé. 

Jean suspiró mientras decía —Vamos a sentarnos al sillón que el suelo está helado y hablamos, ¿sí? 

Asentí mientras me ponía de pie. Él entrelazó sus dedos con los míos y se sintió perfecto. No podía imaginar otro lugar donde mis dedos encajaran. Era como si mi mano pequeña estuviera hecha para caber en la mano grande de él. 

Nos dirigí al sillón y me senté junto a él mientras otro rayo me hacía saltar del susto. Él rió en voz baja y yo le solté un pequeño golpe en sus manos por reírse de mí. 

—¡Ouch! —chilló con una sonrisa mientras se sobaba el dorso de la mano. Justo donde yo le había golpeado. 

Una sonrisa se escapó de mis labios cuando él me atrajo hacia su cuerpo en un cálido abrazo. Era increíble la forma en la que su cuerpo cubría el mío. Era tan tranquilizante y fascinante sentir el calor de su cuerpo, su aroma, la presión de sus brazos. Difícilmente podría acostumbrarme a ésta sensación de plenitud que experimentaba cuando estaba entre sus brazos. 

—¿Por qué? —inquirí. Él sabía que me refería a aquella noche en el café cuando me había dicho que no sentía, ni sentiría nada por mí, nunca.  

Él besó mi cabello mientras lo pensaba unos minutos. 

—Creo que mereces algo mejor que yo —comenzó —. Eres tan increíblemente perfecto que no creo ser lo que tú te mereces.  

Fruncí el ceño. Estaba tan lejos de ser perfecto; estaba casi seguro de que, si Jean hubiera podido verme alguna vez, jamás se habría fijado en mí. 

—No digas eso —murmuré acariciando su mejilla con mi mano. —; estoy años luz de ser perfecto. Estoy seguro de que ni siquiera soy tu tipo de chico..., físicamente, quiero decir.  

Jean comenzó a negar con fuerza mientras decía —Nadie habla del plano físico. En éste momento no podría importarme menos la manera en la que luzco, o en la que luces tú..., hablo de lo que eres. Eres luz, eres paz, eres toda una gama de colores dentro de mis dias grises...., Pero entonces, recuerdo al imbécil que fui hace un año, y caigo en cuenta de que no te merezco. Libardo, yo hice cosas de las que no estoy absolutamente nada orgulloso. Cosas de las que ni siquiera puedo hablar, porque siento que si las digo, vas a salir huyendo de mí. No quiero que te alejes de mi vida. No quiero perderte y sin embargo quiero salvarte de mí.  

Parecía tan atormentado que no fui capaz de decir nada. Sólo acaricié su cabello cariñosamente intentando aliviar un poco del dolor que sentía. ¿Qué podía ser tan grave?, ¿Qué había hecho antes para que creyera que era una mala persona? 

—No me importa lo que hiciste, o quién fuiste alguna vez —dije con la voz suave. —. Lo único que me importa es quien eres ahora y lo que siento por ti. Por éste Jean que me hace sonreír como bobo todo el día con sus bromas estúpidas; no por aquel al que ni siquiera conocí. 

Una sonrisa tiró de las comisuras de sus labios mientras se acercaba a mí. Sus labios presionaron pequeños & cálidos besos por todo mi rostro y cuando llegó a la comisura de mi boca, dejó uno particularmente largo.  

Sonreí mientras lo atraía hacia mí y lo besaba en los labios con fuerza. 

—Te-quie-ro— dijo entre besos y yo reí contra sus labios. 

—Te-quie-ro —dije entre besos también. 

Una sonrisa tiró de sus labios y me tiró sobre mi espalda, sobre el sillón. Su cuerpo estaba sobre el mío pero la presión era extrañamente cómoda. Las sonrisas se fueron, y me besó largo y profundo.

No me tocó para nada, sólo me besó largo y tendido durante mucho tiempo. Mis labios ardían por la fricción desesperada de los suyos, pero no me importó. 

Eran casi las cinco de la mañana cuando la tormenta cesó y Jean me obligó a ir a dormir un poco. 

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La luz me dio de lleno en la cara y me removí incómodo, quería dormir más. Me sentía agotado por completo. Entonces, recordé mi noche anterior y quise saltar de la cama inmediatamente para volver a ver su rostro. 

Malexa no se encontraba ya en el tendido así que salí de la habitación precipitadamente directo a la cocina. 

Mae y Jean estaban sentados uno frente al otro en el desayunador y me sonrojé solo de mirarlo. Sentía que mi corazón se había saltado un latido, y sonreí al ver como su atención se fijaba en mi dirección, sus ojos estaban fijos en la nada, mientras iba percibiendo mi aroma. 

—Buenos días, Libardo —dijo con su hermosa voz ronca. 

—B-Buenos días —tartamudeé intentando alizar mi alborotado cabello con los dedos. 

Mae me miró con el ceño fruncido —¿Estás bien? —preguntó mirándome fijamente. 

Estaba seguro que había notado el rubor en mis mejillas así que solo me limité a decir —Creo que voy a enfermarme.  

—Sí. Te ves colorado —dijo la castaña sirviéndose un tazón de cereal —Mamá salió hace unos minutos, dijo que volviendo te llevaría a casa.  

—G-Gracias —dije. —. ¿Qué hora es?  

—Las ocho y media —dijo Jean. Había dormido apenas tres horas y gemí para mis adentros. Pude notar una sonrisa en la comisura de sus labios mientras se llevaba la taza con café caliente a la boca. Tenía un aspecto cansado pero se veía condenadamente feliz.  

Mae me sirvió una taza de café y agradecí mientras tomaba un sorbo del contenido. Me deslicé en el asiento junto a Jean y pegué un brinco al sentir su mano grande sobre mi rodilla. 

Rió por lo bajo mientras acariciaba mi rodilla cubierta por el material delgado del pijama con sus dedos. Me puse de pie mientras me servía una tostada y ponía un poco de mermelada de frambuesa en ella.  

Me senté de nuevo en la mesa y Jean volvió a poner su mano sobre mi rodilla en un gesto cariñoso. 

—Y bueno, ¿Planean hacer como que no se besuquearon en el sillón anoche? —preguntó Mae en tono casual. 

Comencé a toser enérgicamente mientras me ponía rojo de la vergüenza. Jean apretó su mano contra mi rodilla. Todo el color se había ido de su rostro. 

"Mierda" pensé.

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Hola♡

Espero y les guste♡

AUNQUE NO PUEDA VERTE- LIEAN (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora