♡CAPITULO 28♡

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☆1/2☆

Jean y yo nos encontrábamos en su habitación escuchando música abrazados.

Todo era más sencillo ahora que llevábamos casi tres meses juntos. Era increíble la rapidez con la que pasaba el tiempo cuando estaba con él; aún podía recordar aquella tarde en la que le habíamos dicho a doña Sandra que teníamos una relación. Se había puesto tan feliz que nos había preparado un delicioso pastel de chocolate.

Jean, como siempre, se quejaba de la exageración de su madre, mientras que a mí me parecía encantadora.

En el transcurso de ésos tres meses, Jean y yo habíamos visitado casi todos los cafés de la ciudad, conocíamos todos los parques cerca de mi casa y de la suya, los restaurantes de comida corrida y yo conocía absolutamente todos los lugares que él solía frecuentar antes de su accidente.

Todo era fácil cuando estaba a su lado, las peleas eran pocas y nunca pasábamos más de un día entero peleados. Era tan fácil estar con él, todo eran risas, secretos, palabras de amor, promesas, bromas, juegos, besos, caricias..., me sentía realmente afortunado al tener un chico como él en mi vida.

-¿Irás al parque acuático con tus compañeros? -preguntó Jean.

Habíamos discutido hacía unos días por ése motivo.

Yo quería que me acompañara pero él se negaba rotundamente a conocer a alguien más de mis amigos que no fuera Darian.

Decía que no quería avergonzarme pero a mí me importaba una mierda que fuera ciego. Él era el chico con el que soñaba despierto y quería que todos lo supieran.

-No. Si tú no vas conmigo, no iré -dije resuelto mientras cambiaba de canción.

Pude sentirlo tensarse a mi lado, pero no iba a ceder. Él iría conmigo y si no lo hacía, yo tampoco iría.

-Ve a divertirte -dijo con severidad.

-Me divierto aquí contigo -dije en voz baja.

Moría de ganas por ir, pero había fantaseado mucho tiempo con estar con él en el agua, tomando el sol tirados en la hierba. No quería hacer esto sin él.

-Bonito, por favor -dijo con un tono de voz autoritario.

Me apoyé sobre mis codos para mirarlo y lo besé en los labios y luego dije -Vamos.

-¿No vas a rendirte, cierto? -dijo.
Una sonrisa se asomaba de sus mejillas y supe que estaba a punto de ganar la batalla.

-Nunca. ¿Te imaginas?, tú y yo dentro del agua abrazados, besándonos, tirados en la hierba tomando el sol, en traje de baño... -dejé que las palabras "Traje-de-baño" hicieran su trabajo y pude notar a Jean sonreír con malicia.

-Eso no es justo -masculló -. Llevarás traje de baño y no puedo verte.

Una punzada de dolor me atravesó el pecho pero intenté sobreponerme rápidamente

-Te dejaría tocarme -dije casi con un hilo de voz.

Una expresión de asombro surcó el rostro de Jean y pude ver como sus ojos miel se oscurecían por el deseo. Yo me mordí el labio mientras sentía el calor subir a mis mejillas.

-Suena... -la voz de Jean sonaba más ronca. -, tentador.

Me armé de valor y pasé una pierna por cada lado de su torso, él se encontraba acostado sobre su cama.

Quedé a horcadas sobre él y sentí sus manos posarse en mis caderas mientras se sentaba para quedar cara a cara.

-¿Te imaginas? -susurré.

Me sentía exageradamente apenado sentado de aquella forma sobre él, pero quería que fuera conmigo.

-No juegues conmigo, Libardo -se quejó entre dientes mientras deslizaba sus manos por mis caderas hasta agarrar mi trasero.

Mi corazón se aceleró en latidos intensos y una extraña sensación me recorrió el cuerpo mientras sus manos trazaban círculos por mis piernas, muslos y mi trasero.

-¿No te gustaría acariciarme como lo haces en traje de baño? -pregunté sintiéndome todo un descarado.

Jamás lo había dejado llegar tan lejos.

Sus caricias se limitaban de mis caderas hacia arriba. A veces acariciaba mis piernas y mi trasero sobre los jeans, pero era sólo cuando las caricias subían de tono. Para ése momento, estaba completamente ruborizado y, aunque suene cruel, agradecía al cielo que Jean no pudiera ver lo rojo que estoy en este momento.

Un gruñido de frustración salió de sus labios cuando lo besé.

-Esto no es justo -masculló contra mis labios.

-¿Irás? -susurré contra sus labios.

-¡Maldita sea, sí!, ¡Iré!, ¡No dejaré que nadie más te mire en traje de baño si no vas conmigo! -gruñó mientras me rodeaba la cintura con sus brazos y nos giraba haciéndome quedar debajo de él. Lo besé mientras una sensación de triunfo llenaba mi pecho. Estaba feliz.

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AUNQUE NO PUEDA VERTE- LIEAN (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora