-Libardo, amor, por el amor de Dios, ven a la cama -se quejó Jean.
-Quiero ir al baño -susurré en la oscuridad.
Todo el cuerpo me dolía debido a nuestras actividades anteriores; sin embargo, necesitaba ir al baño.
Una risa ronca resonó en la oscuridad y me ruboricé.Entré al baño de la habitación de Jean y encendí la luz; pude ver mi desnudez en el espejo, tambien observe mercas por mi cuerpo desnudo, en mi cuello, en mi pecho, en mi estomago, en todos lados y otro rubor se extendió por mi rostro.
Definitivamente, necesitaba un ponerme algo de ropa. El alivio llegó a mi cuando hice mis necesidades y cuando salí del baño, busqué a tientas mi ropa.
-Bonito, ven a la cama, regresa a mi lado -dijo Jean con la voz adormilada.
-Necesito mi ropa interior -mascullé mientras me agachaba buscando a tientas en el suelo.
Él suspiró
-Abre el cajón de la cómoda, el de la izquierda -me dijo.
Hice lo que me pidió y me topé con el cajón de su ropa interior.
-Toma solo unos bóxers y ven aquí -dijo.
En sus labios bailaba una sonrisa burlona. Yo me ruboricé, pero tomé un bóxer negro y lo deslicé por mis piernas. Abrí otro cajón y tomé una playera antes de meterme en la cama.
Cuando llegue junto a el, me abrazo por la cintura pegando mi espalda a su pecho en posicion de cucharita siendo el la cucharita grande.
-Te pusiste una playera -se quejó.
-¿Te gusta tenerme todo desnudo en tu cama? -bromeé.
Una risa ronca brotó de la garganta de Jean y susurró
-Me encanta.- dijo
Sin decir una palabra más, deslizó sus manos alrededor de mi cuerpo, mientras enterraba su cabeza en el hueco de mi cuello y lo besaba.
-Duerme un poco más -murmuró contra mi cuello y presionó un beso suave.
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Una pierna grande alrededor de mis caderas, no me dejaba moverme, mientras un pesado brazo caía sobre mi cintura. Intenté moverme de la prisión que formaba el cuerpo de Jean a mi alrededor pero era imposible y me quejé.
Todo el cuerpo me dolía; era como si hubiera corrido una maratón sin descanso.
Jean dormía profundamente y yo moría de calor. El sol entraba de lleno en la ventana. Probablemente eran las doce del día y nosotros aún seguíamos en la cama.
Intenté moverlo para liberarme y hacerle algo de desayunar pero era imposible. Moví su brazo con cuidado de despertarlo e intenté deslizarme fuera de su pierna sin éxito. Él se removió un poco y liberó la mitad de mi cuerpo.
Tras un par de intentos, logre liberarme de su pierna y sonreí victorioso. Me senté en la cama y justo cuando iba a ponerme de pie, un brazo se enrolló en mi cintura deteniendome.
-¿A dónde crees que vas? -ronroneó la voz ronca de Jean.
Mi corazón dio un vuelco y él tiró de mí hasta recostarme en la cama a su lado nuevamente.
Comenzó a presionar varios besos en mi cuello y mi hombro juguetonamente, mientras me hacía cosquillas con las manos.
-¡Jean! -me quejé entre risas.
-¡Ven aquí! -gruñó juguetonamente mientras me tiraba a la cama y se posicionaba sobre mí. Su cuerpo presionando el mío.
-Déjame ir -me quejé bromeando.
-Nunca -susurró con intensidad.
El corazón me dio un vuelco al escuchar la promesa implícita en ésas palabras y me estremecí por completo.
Sin decir una palabra más, salimos de la cama, no sin antes tener una sesión matinal de besos. Jean se vistió con unos pantalones de pijama y bajamos a la cocina para encontrarnos a una soñolienta Mae.
-¡Ew!, ¡Ew, ew, ew! -chilló al vernos.
Miré hacia abajo y recordé que vestía ropa de Jean y que él sólo vestía unos holgados pantalones de pijama y su torso descubierto.
El rubor se extendió por mis mejillas mientras Jean reía estruendosamente.
-¡Cállate, escandalosa! -bromeó Jean.
-Definitivamente una imagen de ustedes dos vestidos de esa forma, no es lo que deseo ver por las mañanas. -dijo con ironía riendo mientras se servía una taza de café.
Yo reí bobamente mientras él me rodeaba con sus brazos
-Daría lo que fuera por tener ésa imagen yo también -murmuró Jean.
El silencio invadió toda la estancia y yo me aclaré la garganta para calmar los ánimos.
-¿Huevos y tocino? -sugerí.
-Suena delicioso. -canturreó el mientras nos abríamos paso a la estufa.
Después de desayunar, me dediqué a lavar los platos mientras Jean ayudaba a Mae a recoger la mesa.
La puerta de la entrada sonó y, para entonces, yo estaba secando mis manos.
-¿Podrías abrir? -pidió Mae amablemente.
Yo asentí y corrí hasta la puerta para abrir la puerta. El corazón se me heló en el pecho ante lo que vi.
Una chica pelinegra de ojos hermosos y cabello lacio me miró de arriba a abajo.
-¡ERES UNA ZORRA! -me gritó Nicole con odio en su voz.
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AUNQUE NO PUEDA VERTE- LIEAN (TERMINADA)
RomanceDespués de aquel accidente automovilistico, Jean Carlo León habia pasado de ser un chico fuerte, altanero, arrogante y decidido, a ser un pobre diablo enfadado con el mundo. Un chico huraño y solitario que parecia que lo unico que queria era morir...