♡CAPITULO 26♡

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☆2/2☆

Cuando llegué a mi casa, lo primero que hice fue encerrarme en mi habitación. No sabía que pensar, ¿Qué era mentira y qué era verdad?, ¿Qué necesidad tenía Nicole de mentir?,

Jean me había dicho que no había sido una buena persona en el pasado pero, ¿Sería tal como Nicole había dicho?, ¿Quería estar con un chico así?, ¿Había ido a buscarla?, ¿La había besado?...

Mi cabeza estaba hecha una maraña extraña de pensamientos y mi corazón era una revolución de sentimientos encontrados. Sabía que no iba a solucionar nada si no lo hablaba con él, pero por ahora necesitaba espacio para pensar. Para poner en orden mis sentimientos.

-¿Libi? -la voz de mi madre irrumpiendo en mi habitación me sacó de mis tortuosos pensamientos y la miré al pie de la habitación.

Ella entró y se mordió el labio inferior. Parecía debatirse algo internamente.

-Jean ha llamado para avisar que vendrá. Me dijo que no te dijera nada, pero no puedo evitar sentir que algo no va bien, ¿Está bien que venga?, puedo llamarle y decirle que no estás. -dijo.

Yo me tensé por completo. Los ojos se me llenaron de lágrimas. No estaba listo para enfrentarlo; no aún.

-No. No debió invitarse así. Tengo que salir a la biblioteca. -mentí.

Sin decir una sola palabra salí de mi habitación después de tomar mi cartera y besar la mejilla de mi madre. Bajé las escaleras precipitadamente. No quería verlo. No iba a verlo, no hoy.

Abrí la puerta principal y la cerré detrás de mi. Tan pronto como mis pies tocaron la calle comencé a correr.
Sentí el nudo en la garganta formarse, y ésta vez, dejé las lágrimas correr libres por mis mejillas. ¿Qué creer?, ¿Quién mentía?...

Corrí hasta que las piernas me dolían, las manos me escocían y la vista se me nublaba por las lágrimas. La garganta me ardía por el aire helado entrando a mis pulmones.

Cuando no pude correr más caminé. Caminé hasta que todos los músculos del cuerpo me dolieron y entonces, cuando el cansancio era tanto que no podía sentir, luego de un largo rato decidí que debía volver.

No podía reconocer las calles por las que andaba, pero no me preocuparía por éso ahora. Tomaría un taxi si era necesario.

Caminé hasta la primer avenida que encontré y tomé un taxi de vuelta a casa. Esperaba que Jean se hubiera dado por vencido. No quería verlo, necesitaba una ducha y dormir. Miré el reloj. Eran casi las nueve de la noche. Probablemente ya se había marchado.

Los ojos se me cerraban por el cansancio y tenía mucha hambre. Sólo tenía un burrito y un helado en el estómago; y para ésas horas, necesitaba alimentarme.

Cuando entré por la puerta principal, el olor a comida hizo que el estómago se me retorciera y gemí por el hambre que sentía.

-¡Ya volví! -anuncié.

Mi madre no me respondió así que me dirigí hacia la cocina.
Me congelé al instante cuando vi a Jean sentado en una silla del comedor.

-Jean decidió esperarte y me dio la receta de un estofado que hace Sandra -dijo mi madre mientras
servía un platón de un líquido espeso que me hizo agua a la boca en cuanto lo vi. Tenía unas verduras nadando y trozos de pollo. Olía espectacular. -Le llevaré ésto a tu padre.

Mi madre salió de la cocina y mi vista se dirigió a Jean pero no dije nada.

Tomé dos platos de la alacena y serví dos porciones de comida. No iba a comenzar una discusión sin haber comido algo. Me ponía de un humor horrible cuando no comía.

Acerqué un tazón hacia Jean y una cuchara. Me senté frente a él y comencé a comer evitando mirarlo. Él no tocó para nada la comida.

-Es de mala educación despreciar la comida -solté en un murmullo.

Las comisuras de los labios de Jean se alzaron en una sombra de sonrisa y no pude evitar sentir como el corazón me daba un vuelco. Amaba su sonrisa.

-¿Qué puede ser tan malo para que huyas de mi todo el día? -preguntó sin rodeos.

Me atraganté con el bocado que tenía en la boca y comencé a toser con fuerza. En lugar de ayudarme o preocuparse comenzó a reír. ¿Se estaba burlando de mi?

Cuando por fin me tranquilicé, me levanté y tomé un vaso con agua.

-No estoy huyendo -dije después de tomar un trago largo de agua.

Jean recargó su peso sobre los brazos cruzados sobre la mesa. Hizo una inclinación de cabeza hacia donde estaba mi comida y dijo -Come.

Mascullé una maldición antes de sentarme y seguir comiendo. Si no hubiera estado tan delicioso el estofado, me habría ido a dormir al verlo.

Cuando terminé mi plato, me acercó el suyo con la mano y yo alcé la vista para mirarlo. Estaba reprimiendo una sonrisa.

Tomé el plato y comencé a comer la porción que él no había tocado.

-Si me lo hubieran contado, jamás lo habría creído. Sabes alimentarte -dijo en tono divertido.

No estaba de humor para bromas. Terminé de comer y llevé los platos a la pileta para lavarlos.

-¿Vas a seguir evitándome? -dijo a mis espaldas.

Sequé mis manos y dije --N-no te evito. Tengo tarea.

-¿Ah, si?, ¿Entonces por qué no me has besado? -inquirió. ¿Era mi imaginación o sonaba dolido?
Me giré para mirarlo. --Estaba mi mamá aquí -mentí.

Frunció el ceño y pude ver como se tensaba su mandíbula. Jean estaba enojado. Comenzaba a conocer bien sus reacciones

-¿Cuándo planeas decirme qué demonios te dijo Nicole?, ¿Porqué tenía que decírmelo tu mejor amiga?, ¿Tan poca confianza me tienes, Libardo? -espetó.

Mi corazón se había saltado varios latidos.

Darian le había dicho que nos habíamos topado con Nicole. Debí haber previsto que Jean era un chico muy persuasivo y seguramente había obligado a mi mejor amiga a que le dijera lo qué sabía.

-¿Qué pasa?, ¿Por qué no hablas? -dijo con desdén y enojo en su voz.

Maldición, estaba realmente molesto.

-Ahora no quiero hablar contigo Jean-susurré.

Los ojos se me llenaron de lágrimas al instante. El dolor de mi cuerpo no era suficiente como para no llorar ahora.

-¡¿Qué mierda te dijo?! -gruñó molesto.

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Que creen que suceda?

Se separarán o lo perdonará?

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AUNQUE NO PUEDA VERTE- LIEAN (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora