Capítulo 5

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(POV  TONY)

Dos días después aparecí en la consulta de la doctora sin cita previa. Llamé a la puerta ya que el portal me lo había abierto una amable vecina. Por la puerta apareció ella con unas medias negras, falda de tubo del mismo color, unos tacones infinitos y una camisa blanca sin mangas en la que se transparentaba un sujetador de color azul. Dios.

—Tony… yo no atiendo sin cita previa. Por favor vuelve mañana a las…

Sin dejarla terminar de hablar entré en su piso/oficina. Me dirigí hacía la sala del otro día.

—Sr. Gotti por favor que tengo un paciente.

Entré en la sala del sofá y mis ojos se agrandaron de sobremanera. La verdad es que nunca me había quedado tan impresionado. Un tío más o menos de mi edad estaba tumbado en el sofá donde yo estuve el otro día tumbado.  Hasta ahí normal, pero es que el tío estaba en pelotas y se estaba haciendo una puta paja.

Sentí a Bianca chocar contra mi espalda, después un sonido de sorpresa salió de su boca, su aliento impacto en mi cuello. Joder con el paciente, y una mierda. Está se lo estaba follando.

—Pero Alexandro ¿se puede saber que haces? —Gritó ella bastante alterada. —Vístete.

—Yo se que tu lo quieres Bianca, lo sé todo de ti. —Y la miró fijamente.

La miré, estaba pálida y con los ojos tan abiertos como los míos. Bueno igual no se lo quería follar. Se fue para el pasillo y yo la seguí cuando llegué al salón la vi sentada, se había encendido un cigarrillo que fumaba nerviosamente. El tipo salió por la puerta dirigiéndole una última mirada a Bianca.

—No puedo con él, no puedo más. —  Me acerqué a ella y sin pensarlo le abrace.

No sé porque lo hice, pero estaba tan nerviosa y pálida. Algo había saltado en mí. Entre mis brazos parecía menudo y no lo era, ella era alta la verdad.

— ¿Quién es ese tipo? —pregunté intentando tranquilizarla, pero mi voz salió demasiado ronca. Demasiados cigarros, cojonudo para tranquilizar.

—Es un preso, un obseso sexual. Estuvo en prisión por múltiple violaciones y acoso. —Enterró la cabeza en mi pecho.

Olía a lavanda, joder ese olor me recordaba a las flores favoritas de mi madre, me hacía recordarla.

—No deberían de habérselo impuesto a un sexólogo.

—Sí, pero la policía estatal está convencida de que conmigo le irá mejor. Tengo miedo. Hay veces que tengo la sensación de que me observa aunque esté sola en casa.

—Escucha puedo mandarte a mis hombres aquí si con eso te sientes más segura. —Me miró fijamente durante un rato.

—No gracias, creo que voy a llamar a la policía para que le encargue a otra persona este trabajo.

Asentí, la verdad es que no me hacía ilusión mucho eso de la policía. La gente normal cuando veía un coche de policía cerca se siente segura, en mi mundo no, al revés estamos con una mano dentro de la chaqueta para sacar la pistola.

—También iré a por otro sofá, no puedo atender a nadie más allí. Aunque hoy ya tenía tres citas más.

—Coge una sábana y ponla encima. —Me miró de nuevo como si hubiese tenido una gran idea.

—Faltan casi dos horas para que venga mi próximo paciente. Ya que has venido te haré terapia, así que puedes tumbarte en el sillón, pero si pudieses quitarte los zapatos, es que es blanco y bueno…

Saga Familia Gotti 2: Sinceramente (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora