Prefacio

1.7K 92 26
                                    

"Recordar: del latin re-cordis, volver a pasar por el corazón".

"Como trágica letanía se repite así misma la memoria boba. La memoria viva nace, en cambio, cada día porque de ella es desde lo que fue y contra lo que fue. Aufheben era el verbo que Hegel prefería, entre todos los verbos de la lengua alemana. Aufheben significa, a la vez, conservar y anular, y así rinde homenaje a la historia humana, que muriendo nace y rompiendo crea".

El libro de los abrazos
Eduardo Galeano

Había en su pecho un torbellino de sensaciones que la tenían despierta desde hacía más de una hora. La luz del sol comenzaba a entrar por el enorme ventanal, reflejando su naciente esplendor en aquel inmenso lago que rodeaba la cabaña. El sonido de la cascada había desaparecido.
No podía dejar de mirarla, meses atrás, jamás habría imaginado siquiera esa idea arrebatadora que la atormentaba: dejarlo todo y pedirle que se fuera con ella. Lejos, donde nadie nunca pudiera encontrarlas, donde pudieran comenzar una vida nueva, una diferente, sin secretos ni mentiras o verdades a medias. Porque si de algo estaba segura ahora, era de que la amaba.
Deslizó sus dedos por su espalda trazando el contorno de aquel tatuaje que llevaba en la piel. Sonrió al recordar lo que le había dicho sobre él. Era un símbolo de rebeldía contra su padre. No significaba realmente nada, pero pensó que aquello, en una forma contradictoria, sí tenía un significado. Nada podría describirla mejor que aquella marca. Ella era de la misma manera. Colorido, con líneas trazadas en dirección desbocada, corriendo libres hasta formar una compleja figura.
La miró despertar soñolienta mientras le regalaba una media sonrisa e intentaba acomodar su espesa cabellera que caía libre por la almohada.
—Ya es tarde —susurró, besando suavemente su frente—, tenemos que volver.
—Sólo un poco más —respondió al tiempo que la atrapaba entre sus brazos, acomodándola junto a su pecho.
Rio ante el contacto, se sentía tan segura. Deseaba poder quedarse ahí, en ese abrazo, en ese momento para siempre...
El móvil comenzó a vibrar sobre la mesa de noche. La vio extender su mano para tomarlo y la escuchó responder. Un par de segundos después su semblante cambió, su rostro se tensó por completo y se levantó bruscamente de la cama.
—¿Dónde está mi hermano?... ¿¡Estás seguro de que fueron ellos!?...No, yo iré, dile a Camilo que prepare las camionetas y avísale a mi papá. Y que alguien se quede en la hacienda con mi mamá y mis hermanos, que nadie entre ¿¡me oíste!?
Su corazón se aceleró, no se atrevía a preguntar lo que estaba pasando, no quería confirmar algo que ya sabía. Vio como tomaba su ropa y comenzaba a vestirse sin siquiera mirarla.
—¿Qué sucede? —preguntó finalmente.
—Le dispararon a Lisandro, los malditos Halcones y sus cuatros. Los emboscaron a él y a uno de los muchachos en la Quebradora cuando venían de camino.
Se levantó rápidamente de la cama para intentar calmarla. Tomó sus temblorosas manos entre las suyas y luego sujetó su rostro con firmeza. Sabía lo que le estaba esperando y la sola idea hacía que su cuerpo temblara sin control.
—¿Qué vas a hacer? —La tomó del cuello, quería gritarle toda la verdad y evitarle la desgracia, pero no pudo.
—¿Tú qué crees? —respondió fríamente, dejándole de pie, en medio de la habitación que ahora no era más que un lugar enorme y frío.


AUFHEBEN O EL RECORDIS DE HELENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora