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Ahora que Jimin tenía un nuevo trabajo, después de clases, Namjoon debía hacerse cargo de mantener la casa limpia y de las cosas cotidianas, como ir a comprar al supermercado. Por lo mismo, se metió la billetera al bolsillo del pantalón, tomó sus llaves y salió rumbo a la tienda.

A una distancia prudente, un lujoso vehículo negro de cristales polarizados, observaba al barman atentamente. Una mujer elegantemente vestida, bajó sus gafas de sol hasta el puente de la nariz, barriendo el lugar del que Namjoon había salido, analizándolo, torciendo el gesto ante la pintura desgastada del viejo edificio.

- Síguelo – ordenó al chofer – Pero, que no nos vea.

Namjoon entró al supermercado, seleccionó las frutas y verduras que llevaría, pesándolas. Luego metió a su carrito un par de cartones de leche y cereales, además de no olvidar las galletas navideñas que tanto le gustaban a Jimin, aun si no era navidad.

Con todo lo de su lista, llegó a la caja, pagando por ello.

Precisamente en la entrada del supermercado, una elegante mujer, dejó caer sus bolsas, torpemente, y Namjoon no dudó en correr a ayudarla, dejando sus propias compras de lado para socorrerla.

- Oh, muchas gracias – agradeció con una sonrisa amable. Al barman le pareció raro que una persona con su apariencia, estuviera comprando en un local tan corriente, pues se percibía a simple vista que era de clase alta.

- No se preocupe, yo las cargaré por usted – ofreció Nam, colgando las bolsas de la mujer en un brazo, y las de él en el otro.

Su teoría fue completamente comprobada, cuando la desconocida se detuvo frente a un vehículo de lujo. El chofer salió a su encuentro, abriendo el maletero, para que Nam metiera las compras.

- Has sido muy amable – dijo la señora - ¿Puedo compensártelo?

- No, por favor – rechazó de inmediato, al verla sacar un par de billetes grandes de su cartera.

- Vamos, déjame que te agradezca – insistió con el dinero en la mano.

- Sólo cargué sus bolsas, no tiene que darme dinero por ello – volvió a negarse – Que tenga buen día, señora – hizo una respetuosa reverencia y se marchó con sus compras, sintiéndose incómodo.

No comprendía el afán que tenía la gente adinerada, de ofrecer dinero a cambio de cualquier cosa. Por eso la amistad con Seokjin duraba hasta la fecha, porque, a pesar de ser excelentes amigos, el mayor jamás lo hacía sentir como un pobretón, ni nada parecido. Tampoco inflaba su salario sin justificación, en un intento de ayudarlo. Le pagaba lo justo por su trabajo y reconocía lo que valía como persona y como trabajador.

Dentro del lujoso vehículo, la mujer soltó un suspiro.

- Señora, ¿quiere que la lleve a casa? – preguntó el chofer.

- Sí, vámonos – confirmó, pensando en lo sucedido.

La mansión Park se sentía mucho más vacía, desde la partida de Jimin, y su madre percibía aquello, cada vez que regresaba a ese lugar.

- ¿Noona? – llamó en voz alta, esperando por la mujer que apareció desde la cocina.

- Señora Dahyun, bienvenida a casa – hizo una reverencia como acostumbraba – La comida ya está lista.

- Lo hice – habló, confundiendo a su empleada, quien alzó las cejas en una pregunta silenciosa – Fui a la casa de Jimin...

- Oh... - la empleada no supo qué más añadir. Jamás creyó que la mujer decidiera tomar en cuenta su consejo, e intentara conocer al novio de su protegido - ¿Y qué le pareció?

~ETERNITY~ [JinTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora