CAPÍTULO 3

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—Señor Azael, ¿se encuentra bien?.

Azael movió su cabeza ante la pregunta de su chofer.

—¿Tú?, debimos quedarnos en la cuidad.

—Estoy bien señor, no se preocupe. Chocamos contra un auto viejo, me bajaré a ver si no hay nadie herido. — dijo el chófer, tomando una linterna del maletero.

Azael observaba todo desde la ventana.

—Es un auto muy viejo, no creo que alguien lo haya esta usando, más bien, parece que ha sido abandonado aquí... y hace mucho tiempo.

El chófer abrió la puerta del auto fácilmente ya que el golpe había terminado por simplemente despegarla del auto.

—Señor, aquí hay una mujer.

—llama a emergencia para que se hagan cargo de ella y busquemos otro camino.

—Mi Señor con todo respeto, los cables se han caído. — el chófer saco su celular y lo observó. — no tengo señal y no podemos dejarla aquí. No lo verá por que esta inconsciente, yo cuidaré de ella hasta que la tormenta pase y podamos llevarla a la ciudad.

Azael hizo un gesto de desagrado y terminó aceptando lo que chófer decía, éste rápidamente cargo a la jóven y la acomodó en el asiento del acompañante justo al lado del conductor.

El señor conductor, conocía aquél lugar desde pequeño, sabía que habían otros caminos, un poco más largos pero a la vez más seguros, asi que en cuanto se puso el cinturo de seguridad, encendió el auto para finalmente seguir su viaje.

Azael estaba nerviso, no le gustaba nada la idea de llevar una mujer tan cerca. Se reprochó el hecho de haber salido aún cuándo se había tomado el tiempo de ver "como iba a estar el clima" de todos maneras, estos informes decían que se mantendría soleado y que solo caería una sutil llovizna, claramente habían errado.

Sin embargo, inevitablemente por curiosas, buscó un ángulo donde poder observarla disimuladamente.

《 Es bonita》 pensó. 《 Seguro vive en el pueblo, a juzgar por su ropa vieja, debe ser hija de alguna familia humilde, es normal que le den los autos viejos a sus mejores obreros para los mandandos. 》

Tiempo después llegaron, Azael se colocó la "capucha" de su sacó negro e ingreso a su residencia sin mediar palabra con su chófer, mientras que este último, cargo en sus brazos a la jóven hasta el interior.

—Puedes ponerla en una de las habitaciones de arriba— dijo Azael, caminando hacía su despachó.

Caminando hacia su destino, paso por al lado de un espejo, donde se detuvo a ver su rostro; con sus manos acarició su piel tan arruinada y no pudo contener una sensación de asquerosidad que de repente surgió en él.

Una vez dentro de su despachó, se dejo caer en su sofá individual.

Por su parte; el chófer subió la escaleras hasta llegar a una de las habitaciones que se mantenían "armadas" inútilmente ya que a su jefe no le gustaban recibir visitas.

La dejó en la cama y buscó en el placard una manta para cubrirla. Quería revisar si no tenía fractura o algo asi, pero no deseaba que ella despertará y entrará en pánico por ser tocada por él.

Entonces la dejo allí y bajo rumbo a la cocina con intenciones de hacer un té caliente para combatir el frío.

—¿Señor desea tomar o comer algo?. —dijo el sirviente, pues subiendo las escaleras estaba Azael.

—No.

Cada uno siguió su camino.

Cuando Azael llegó a su habitación se percató de que la muchacha extraña estaba en el dormitorio de al lado. La puerta entee abrierta lo invitó a entrar, despacio y algo inquietó.

La jóven se movia ocasionalmente pero no parecía tener intenciones de despertar. Asi que se acercó un poco más... luego dió un par de pasos más hasta quedar justo al lado de ella.

Sus dedos rozaron sutilmente la fría piel del brazo de la jóven; simplemente por mera curiosidad, se preguntaba ¿como era su piel?.

La muchacha abrió lentamente sus ojos y Azael entró en pánico, terminando por darle la espalda, intentó salir rápidamente pero la voz de la jóven lo detuvo.

—¿Quién es usted?.

Azael trago saliva, pero el tono de voz de la jóven demostraba que estaba asustada y con razón asi que no le quedó de otra que responder.

—Me llamó Azael, mi auto chocó con el tuyo por la tormenta, pues no dejaba ver con claridad. Quisimos llamar por ayuda pero los cables de las compañias telefónicas se habían cortado, mi chófer te trajo aquí.

—Hola Azael, me llamó Rubí — Gracias por no dejarme bajo la tormenta pero creo que estoy bien, asi que me iré.

—Pues, tu eres dueña de hacer lo que te plazca pero si miras por la ventana quizás razones que no es buena idea salir. La Tormenta esta tirando árboles y la lluvia a hecho de los caminos un desastre.

Rubí, lo miraba extrañada, se preguntaba por que no la miraba.

—De acuerdo, me quedaré hasta que pase la tormenta si no te molesta.

—Bien, siéntense como en su casa.

Azael salió después de eso y bajo corriendo las escaleras, quería regañar a su sirviente aunque en el fondo sabía que éste no tenía la culpa.

******

Un accidente... había tenido un accidente y al despertar me he encontrado con un extraño hombre que permanentemente me dió la espalda; no seria nada de otro mundo, si su espalda no me hubiese parecido atractiva, al menos lo que se podía notar a través de su ropa.

—Bien, siéntense como en su casa.

¡ja,ja,ja! No gracias... no quiero sentirme como en mi casa, de hecho... esto no están malo para mi, al menos algunas horas estaré lejos de mi vida real, por algún tiempo creo que tendré paz y sino... ¿Qué es lo peor que podría pasar?, ¿Qué me maten y termine enterrada en el inmenso Jardín que aparentemente rodea el lugar?; también sería una buena solución en este momento.

Podría... no sé... tal vez desaparecer completamente, ďejar de ser quien era de una vez por toda.

Sí. Buscaré una vida nueva...

—Disculpe... señorita... Soy Larino, uno de los dos sirvientes de aquí y quien lastimosamente la chocó, le expreso mis más sinceras disculpas.







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