Al bajarme de su regazo, doble mi tobillo y casi caigo al suelo, su primera reacción fue de sorpresa pero luego largo una carcajada, yo me quedé inmóvil, observándolo por unos instantes.
- ¿ que sucede?- me preguntó.
- Es la primera vez que te escucho reír y se me hizo la melodía más hermosa que he podido apreciar - le susurré.
Azael acarició mi mejilla, supongo que en señal de agradecimiento o respuesta por mi comentario.
De igual manera, era verdad, su risa era la melodía más reconfortante que podría escuchar, por qué saber que lo hacía feliz, era una sensación de emoción indescriptible.
Me fui a duchar y a cambiar, para posteriormente cenar con él.
Al llegar el momento, baje emocionada. Llevaba un vestido celeste con vuelos.
Dos escalones antes, pude ver que el vestía un traje negro y en cuánto baje el último escalón otra vez se me erizo la piel.
Lautaro estaba aquí. No pude volver a subir, por que justo me miró, parecía haber visto un fantasma.
—Rubí ven... quiero presentarte a alguien.
Camine dudosa pero ¿Que podía hacer?. El desmayo anterior, Azael lo tomó como una baja de presión por eso no hizo muchas preguntas.
¿Qué pasaría si Lautaro decía que yo era su esposa?.
—El es el Señor Lautaro Mayers es empleado de un colega mío, ha llegado aquí junto a su esposa. Bueno... aquí sino al pueblo cerca.
Yo solo quería que la tierra se abriera y me tragara. Ahora que mi vida había cambiado, que me sentía feliz, aparecía Lautaro.
—Es un gusto señorita Rubí.
Me saludo como si fuera la primera vez que nos veíamos. Solo le hice una mueca, ni siquiera podía mirarlo a la cama.
—le decía al señor Mayers que es un momento desafortunado, ya que pretendiamos tener una velada juntos. —
Azael, dejo de mirarme a mi y sus ojos rojos se clavaron en él.
—no puedo atenderlo ahora, he prometido a mi mujer una cena.
"Mi mujer", sonreí sin querer cuando escuché eso. Lautaro me miró, podía sentir el peso de sus ojos encima de mi.
—si me disculpas, me olvide algo arriba subire por ello y volveré mientras terminan de arreglar el asunto.
Claro que me excuse, giré pero Azael me atrapó con una mano y me besó frente a Lautaro. Luego de eso por fin pude subir.
******
Azael invitó a Lautaro a su despacho, luego de aceptar darle unos minutos, hablaron de como "colaborar" entre ellos o mejor dicho, entre la empresa de Azael y aquella que Lautaro representaba.
—es que hay algunas cosas que no me convencen. — deslizó Azael. —lo voy a pensar y te diré. Supongo que quieres ir a ver a tu esposa. — dijo mirando la hora.
—Sí, ya es algo tarde y se preocupa cuando me demoró. — respondío Lautaro.
— tu jefe mi informo que estabas esperando a tu primer hijo. ¿Hace cuánto están casados?. — Azael sonrió. — disculpa si soy intrometido.—
—no, para nada señor. Mi esposo tiene apenas unas semanas de embarazo y estamos casados hace ya un año.
—debes amar mucho a ese bebé...
—Claro, siempre quise ser padre.
—y ¿a tu esposa? ¿la amas?, por que yo amo a mi mujer. — Azael se recargo sobre su silla.
—Si, por supuesto que la amo. Disculpe ¿sera que puedo pasar al baño antes de irme?. — Lautaro estaba nervioso, quería hablar con Rubi, amenzarla, no le servía viva, pues él estaba usando su dinero.
Azael, lo miró entrelazando sus dedos. —claro, pero antes quiero que sepas, que mi mujer anda libre por mi casa. — se paró y se apoyo en el escritorio. — mi mujer. Se que sabes quien es, por que.— abrió un cajón y saco unos papeles. —tu y y tu familia, vendieron por ganado a la de ella, sin embargo, estaba enamorada de Rubí. ¡Que viejo enfermo!, por eso no dejo que la matarán pero luego no pudo hacer que ella se casara con él asi que para mantenerla bajo su zapato, le hizo creer que estaba casado contigo.
Te voy a confesar que siempre he querido realizar un aborto clandestino, solo para escuchar los gritos de dolor de una mujer, claro que poder extraer todo los órganos de una persona viva que poco a poco se va muriendo sería aún mejor.
¿Entiendes?.Lautaro movió su cabeza.
—No te quiero cerca de Rubí, ni a ti ni a tu asqueroso tío, sino la vas a pagar caro. Agarra tus cosas y vete del pueblo.
Lautaro se paro y rápidamente salió de allí.
—nadie va a reclamar el dinero de los Franceses por que Rubí me tiene a mi, no necesita ese dinero. — escuchó decir a Azael.
No pensaba darle razón alguna para ver de que era capaz, Azael tenía una fama de desquiciado por quemar vivo a un adolescente hace años atrás.
El dueño de casa se levanto y fue hasta el comedor donde ya lo esperaba Rubí.
***
Vi salir a toda prisa a Lautaro y me sorprendió pero a la vez me alegro que ya se hubiera ido.
Segundos después apareció Azael, quien se acercó y agarró mi mano para dejar un beso.
—¿crees en el amor?. — interrogue. Ya cena de por medio.
—¿no te parece que esa es una palabra muy grande?, ¿que es el amor?.
—¿que harias si yo me marchó ahora?.
—pues, buscaría a otra... supongo.
Su tono de voz era el mismo de siempre pero esta vez me lastimaba, es que por raro que suene yo había aceptado que tenía sentimientos hacía él y queria saber si era mutuo pero supongo que no era asi.
Terminamos de cenar, hablando de otras cosas pero de mi cabeza nunca salió lo que dijo. Yo era tan solo algo más de lo que podía hacer uso...
Que tonta... yo... yo lo amo.
Azael puso musica y se paro luego de terminar de comer. Estiro su mano y sonriente me pregunto si queria bailar.
Acepte, aunque estaba triste. Tenía ganas de llorar, sin embargo no podía al frente de él. Desde un principio el fue claro, yo era su sumisa nada más.
—Quería preguntarte. — me dijo. — si tal vez... no lo sé... quiero un hijo y pensé en que tu podias ser algo asi como mi vientre de alquiler. Prometo darte una gran suma.
Me quede congelada por lo que había dicho, entendí que no era una cita.
—Bueno yo... supongo que tengo que pensarlo. — respondí.
—claro, toma tu tiempo.
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EL DIARIO DE UNA SUMISA
De TodoElena, es una chica huérfana, la presa ideal para un depredador...