Me quede en silenció por unos segundos, es que no me parecía algo por lo que no quiera verlo o mejor dicho "fuera difícil mirarlo".
—He leído que aquellos que tienen los ojos de tu color, no pueden exponerse a luz... ¿por eso los pequeños focos?.
—No, es por que...
Se acercó a mí y por fin pude oler a la perfección su perfume, es que no se que me pasaba pero deseaba poner mis labios en su cuello. Ahora entiendo a los vampiros, por primera vez, tenía un deseo incontenible.
—¿Entonces aceptas?...— musitó.
Moví mi cabeza y por más loca que alguien pueda pensar que estoy, todo se puso candente.
Llevaba un pantalón deportivo y una remera justamente de él, con una de sus manos mientras me miraba fijamente levantó la remera y separo el borde del pantalón de mi piel para asi, poder entrar por entre medio de este y mi cuerpo.
Su mano acarició parte de mi abdomen bajando hasta llegar a mi ropa íntima.Deje escapar unos gemidos y cerré mis ojos. De tan solo pensar en lo que haría, mi feminidad se mojó completamente.
Dió un saltito, ante el primer roce, después de que hiciera a un lado mis bragas.
Su dedo se posó en mi clitoris. ¡Por Dios! Llevó tanto tiempo sin sentir este placer que solo el sexo da... empecé a hacer círculos en él, haciéndome gemir.
Con su otra mano, tapo mi boca.
—¡Shhh! Te van a oír. — sonrió.
Tomé su rostro con mis dos manos, esas que había mantenido en la mesa de madera y lo acerqué a mi.
—Callame entonces... hazlo con tu lengua.
Jamás me había compartido asi, pero no era el momento para hacer juicios de conciencia.
Sus labios se juntaron con los mios, el sabor de su boca era casi como un pecado para mi, tan embriagador como un buen licor.
—Date vuelta... después hablamos del dinero... puedes pedirme el valor que quieras pero por favor déjame entrar en ti.
Su voz agitada, me hizo dar la pequeña sensación de que más que ordenando estaba suplicando pero si él no lo hacía seguramente hubiese sido yo quien se lo habría pedido.
—De acuerdo. — musite.
Sacó su mano de entre medio de mi pantalón y lo paso por mis labios.
—Abre la boca.
En cuánto lo hice, metió su dedo húmedos por mis fluidos que salían de mi interior cuán catarata.
Con mis manos, atrape la suya y como si fuera un dulce lo "Chupe".
— Termina de comer, que después iremos a tu habitación.
Le sonreí. ¿Sexo casual?, ¿Acaso me había convertido en una trabajadora sexual?; habia escuchado de ella antes de que todo cambiará, nunca supe por que la sociedad las condenaba. Es decir, ¿no hacen lo mismo que todos?, cualquier humano promedio tiene una vida sexual activa a partir ¿De los cuántos? ¿Dicisiete?, solo que ellas además obtenían dinero.
Mientras comía, mi mente iba desde planteó sin sentidos como que era ahora a si realmente estaba haciendo bien las cosas. Una espina se iba clavando en mi cada vez más adentro.
No lo iba a negar, estaba asustada pero también desesperada por cambiar de vida, dejar de ser quien era, al menos ahora iba a poder tener mi propio dinero o al menos eso parece.
Terminé de comer y subí junto a Azael al dormitorio donde me habían dejado antes.
—Como supongo que te quedarás, este sera oficialmente tu habitación. Puedes después, cambiar los muebles y decorarla a tu gusto. Creo que Cristal tiene de esas revistas donde muestran decoración de interiores, sino podemos contratar a alguien que te muestre ideas y lo haga por ti. El cuarto de al lado es el mío y mañana te mostraré la casa para que de a poco te vayas familiarizando con todo, incluso con Crital y Larino, a quien obviamente no te presentaré como mi amante.
—Esta bien.
—Espera aquí, iré por protección.
********
Azael entró a su habitación y de uno de los cajones de su mesita de noche, sacó una caja de preservativos.
Pero antes de salir rumbo al otro cuarto, se tomó un tiempo para calmar sus nervios, sentándose al borde de la cama.
Desde aquél accidente que había quemado parte de su cuerpo y rostro, no había vuelto a estar con una mujer íntimamente, se sentía deseperado por volver a sentir esa sensación pero a la vez ansioso por tener que desnudarse frente a Rubí.
Si bien, la reacción de ella había sido buena, él no se sentía muy seguro con respecto a sus heridas.
Pensó en que si estaba actuando muy precipitadamente, quizás ella acepto por presión o por necesidad y no por que realmente quería.
Al final sus propias inseguridades lo hicieron dudar tanto que ya no estaba tan seguro de seguir adelante.
Se acercó a un espejo que estaba cerca y miró su reflejo. Se vió tan desagradable que no podía entender por que una dama querría estar con el íntimamente.
Efectivamente era consciente de que había dinero de por medio, pero aún así, reflexionó sobre lo difícil y asqueroso que podría ser para otra persona estar con él.
No puedo pensar más, ya que unos golpes tímidos sonaron en su puerta.
—Pasé.
—¿Todo esta bien?. Te espere pero como no regresaste decidí venir.
Azael Miró a aquella extraña dama que había encontrado hace tan solo un escaso tiempo atrás en medio de una carretera.
Su rostro, su figura... la observó tan bien que se percató de la herida que tenía al lado de la comisura.
—¿Eso fue por el accidente?.
Azael, que había cumplido treinta y cinco años hacia dos meses, se acercó a su compañia para rodear su mentón con su mano.
Ella no dijo nada, él no volvió a preguntar por que entiendo que no había sido por el accidente pero tampoco estaba lista para hablar de eso.
Bajó sus manos hasta llegar a la cintura por donde la agarró fuerte y la presionó contra él.
Las voces en su cabeza se habían callado y el estaba decidido a disfrutar esa posibilidad que tenía frente a él.
—Te haré mía de una vez por todas.
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EL DIARIO DE UNA SUMISA
RandomElena, es una chica huérfana, la presa ideal para un depredador...