CAPÍTULO 9

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- Buenos Días- me dijo mi amo en cuanto abrí mis ojos, le regalé una cálida sonrisa. Intente sentarme pero mis piernas me dolían

- tranquila, no tienes necesidad de levantarte- lo ví tomar una bandeja con una taza, y cosas para comer. - éste es tu desayuno- me dijo amablemente.

Me lo acercó y colocó en las piernas.

-No te acostumbres, esto no será todo los días. - se burlo.

acarició mi mejilla, con sus manos.

Sentir su calor me hizo cerrar los ojos, ¿ qué me estaba pasando?.

- quiero saber ¿ quién te hizo esto?- me pregunto.

Recorde que aún tenía rastros del golpe de Lautaro. Su mirada fija, me hizo estremecer. No quería mentirle, pero ¿podría no querer verme más si se enteraba que era casada?.

- ¿ no quieres que me enfade o si?, dímelo-

Yo negué con la cabeza y resignada le dije todo.

Guardó silencio y agarró de la bandeja una fresa, que posteriormente puso en mi boca.

-¿Sabes quien asesino a tu familia?.

Negué con mi cabeza. Si había intentando averiguarlo, pero con suerte podía salir de casa para los mandados y Lautaro controlaba el tiempo.

-¡A la mierda!, Ahora eres mia... quien quiera tocarte se encontrará con la peor experiencia de su vida.

Sonreí, esas palabras por más escandalosas que pudieran resultar, me acariciaban el alma. Quizás por que recorde las veces que mis hermanos lo decían. Otra vez, después de tanto tiempo me sentí segura.

No me importaba si era su juguete, el me cuidaba por eso, por que le pertenecía, como su casa o auto, y quien es dueño de algo, es cuidadoso con eso ¿No?.

Deje la bandeja a un lado, y me acerqué a él quedando como un "perrito" hundiendo mis manos en el colchón.

Besé su mejilla, esa que había sido atrapada por el fuego.

Baje mi mano a su pecho, que también tenía marcas. Las recorrí con mis dedos, sintiéndo como su respiración se decontrolaba, hasta que atrapo mi mano con la suya, deteniendo mi recorrida.

Movió la cabeza en negación, que no estaba listo.

-Lo bueno es que el contrato dura cinco años. - le dije.

Después de desayunar, me recargue en las almohadas y me quede observándolo un buen rato. Se había ido al balcón a hablar por celular, supongo que por algo de la empresa, caminaba de un lado a otro, parecía nervioso.

Quería entender mis sentimientos; ¿cómo es que una persona puede generar placer de compañía en tan poco tiempo?, ¿por qué la sola idea de besarlo me generaba un cosquilleo en el estómago?.

Entró y se sentó al lado, yo lo miré y me fui acomodando hasta quedar muy pegada a él, quería sentir el calor de su piel en mi cuerpo desnudo.

Besé su cuello de manera lenta, sabía que de a poco lo iba encendiendo ya qué había pasado su mano, por debajo y la había puesto en mi cintura, y con esa, me llevaba más hacía él, además su respiración estaba descontrolada.

-¡Wow! Mi esclava es insaciable. - se burló.

Pero tenía razón, siempre quiero más, ni siquiera sabía que se podía tener un semejante apetito sexual.

Lo coloqué debajo mío de un movimiento, podía sentir sus nervios, estoy segura que sabía lo que buscaba hacer.

Su pecho, parecía un papel cuándo alguien lo arruga y luego lo abren, lo que me gustaba demasiado.

Bese su cuello, me aseguré de sentir el sabor de su piel, de a poco baje. Besé cada centímetro de su piel, cada cicatriz, hasta que llegue a su pantalón lo desabroche y se lo saqué, lo deje desnudo para mí, tome su miembro con una mano y le pase la lengua, lento, para disfrutarlo, intentar impregnarme de su aroma.

Me metí a la boca, los testículos, mientras lo escuchaba gemir, diciendo lo buena chica que era, me encantaba escucharlo halagarme, me hacía sentir especial, después de todo, habian pasados años desde que alguien me dijo un cumplido.

Luego de succionar los testículos, introduje sutilmente la punta de su pene, y de a poco lo fui metiendo por completo.

Me deleite con su sabor, por unos minutos. Mi intimidad estaba completamente mojada, ¿ qué tenía ese hombre?, volví a subir hasta quedar en su pelvis, donde él se encargó de acomodar su pene para que entrará en mí.

Largue un suspiro de placer, cuando lo sentí dentro, empecé a moverme en círculos, al mismo tiempo que él tomaba mis caderas, yo me incliné hasta quedar cara a cara con él.

Le di pequeños besos en su rostro, mientras dejaba que el marcará el compás de mis movimientos, para qué se sincronizaran con los suyos, mis pezones rozaban su pecho, haciendo que estos se endurezcan.

Todo en aquella habitación era lento, como si por fin habíamos entendido que el tiempo era algo que nos sobraba.

Sus manos se posaban fervorosamente en mi cuerpo, se ubicaban en mi cadera, pero también solían acariciar mi espalda.

Intenté moverme un poco más rápido, estaba cegada por causa del deseo.

Me recoste en su pecho, sin dejar de movernos, en realidad, no quería que aquello acabará, ser dos cuerpos en uno era todo lo que pedía.

Sus brazos me rodeaban y nuestros gemidos eran la banda sonara de aquello que estábamos viviendo.

-Me estás volviendo loco ¿Sabías?. - Dijo, agarrando mis muslos donde seguidamente clavo sus uñas.

Me dió vuelta de un solo movimiento y entro en mi, otra vez.

Sus besos recorrían mi espalda y su pelvis chocaba contra mis nalgas en cada embestida.

Sus manos estaban justo al lado de mi rostro, asi que yo misma me metí uno de sus dedos en mi boca para lamerlo.

La mano que tenía libre, la aproveche para enredar mis dedos con los de él, mientras seguía resistiendo sus embestidas que movían toda la cama.

Evidentemente eramos dos llamar ardientes, buscando placer, y nos habíamos encontrado; podría pasar Días en una cama con él.

Se descargó en mi, como lo hacía siempre y se paró, acomodando su ropa.

-Debo volver a los campos. Pero si necesitas algo puedes pedirle a Cristal.

Beso mis labios y se marchó.

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