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El cielo nocturno se pintaba de numerosas y resplandecientes estrellas que formaban figuras disparejas parcialmente escondidas por las esponjosas y grisáceos nubes en el cielo. La verdad, muy bonito y todo pero Wei Wuxian estaba temblando de anticipación en el pulcro y bien acomodado departamento de Lan Wangji.

De todas las grandiosas ideas que su alto IQ le había proporcionado, podía decir con toda sinceridad que está era la más fumada y la que más tiempo había estado planeando, unos tres o cuatro días a lo mucho. El hecho de que le haya parecido fenomenal pues es otro cantar.

Recapitulando, después de que el coloquio acabó y pudo poner sus dos pies fuera de toda obligación escolar, muy tranquilamente se había pasado la tarde con Lan Wangji comiendo en unos de esos puestos que te encuentras por las calles, de esos en qué visualmente el Lan definitivamente no encajaba. Pero bueno, salir un poquito de la rutina nuca está de más. Pero ese no era el meollo del asunto, la cosa aquí es que cuando dijo que quería darle una sorpresa pues no pensó que resultaría tan difícil. Seguramente tendría que pagarle a Lan Xichen más tarde.

Pero al final de cuentas, seamos francos, se estaba divirtiendo.

Se pinto una sonrisilla traviesa y giró el pomo de la puerta.

La línea de visión de Lan Wangji se posó inmediatamente en la figura de Wei Wuxian.

Su mandíbula tocó el suelo.

Frente a el, estaba Wei Wuxian, luciendo un bonito Qipao rojo, con detalles dorados, aberturas a los lados que revelaban sus estilizadas piernas enfundadas en medias negras con encaje en la parte superior y ligas que decoraban sus bonitos muslos dejando casi nada a la imaginación. Su rebelde cabello estaba acomodado en una coleta alta y ni hablar de los brillosos ojos grises que le miraban esperando alguna reacción.

Pero es que simplemente las palabras ni le salían de la boca, su cerebro estaba muy ocupado reparando el tremendo corto circuito que le había dejado las neuronas tostadas.

— Er-gege, ¿Te gusta? — preguntó el ojigris caminando suavemente en su dirección.

Lan Wangji rodeó su cintura pegándole a su cuerpo cuando lo tuvo en frente, sobando la piel por encima de la ropa en forma de círculos. Decir que le gustaba sería poco, que va, le encantaba, bueno, en realidad, sin importar que tuviera encima, a sus ojos, Wei Wuxian seguiría siendo la cosa más preciosa con que sus ojos se hubiesen topado, pero esta vez se había lucido, que decir.

Ante la falta de respuesta, el ojigris rió suavemente y sujeto su pálidas mejillas entre sus manos repartiendo cortos besos por todo su rostro. — Aiyo, Lan Zhan dime algo, realmente tan mal me veo?

Lan Wangji negó y beso castamente sus labios. — Wei Ying siempre se ve bien. — respondió.

Wei Wuxian sonrió y tiró de la corbata que muy elegante había usado el ojimiel para el coloquio. — ¿Entonces te gusta o no? — inquirió retrocediendo hasta que su propias rodillas tocaron el borde de la cama.

Lan Wangji acarició sus brazos desnudos y lo empujó hasta que sus cuerpos cayeron sobre el mullido colchón. — Me encanta. — murmuró sobre sus labios con toda sinceridad mientras sus oídos se tiñieron de rosa.

Wei Wuxian se separó dedicándole una mirada líquida que se mezclaba con matices de dulzura, sus manos acariciando las mejillas del ojimiel. — Lan Zhan... Entonces, demuestrame cuánto... — dijo mientras volvía a besar sus labios.

Lan Wangji le brindo una afirmación silenciosa y se dedicó a repartir besos desde sus labios, pasando por la piel de su cuello dejando marcas de cardenales y mordidas dulces que tenían al ojigris jadeando complacido. Sus habilidosas y esbeltas manos recorrieron el cuerpo bajo el suyo brindando suaves y calientes caricias sobre la tela del Qipao.

Close the Door 彡 WangxianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora