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Con Nie Huaisang dentro de su departamento, la vida de Wei Wuxian fue mucho más difícil. Actualmente se encontraba sonriendo a si mismo frente al espejo del baño, tres días sin un poco de privacidad comenzaban a cobrarle factura, estaba al borde de un colapso, el solo hecho de tener que mantener las manos lejos de su prometido, era una tortura total, pero vamos, tampoco podían ser lo suficientemente indecentes como para follar con un invitado en casa, aunque bueno, ganas no le faltaban.

Con los labios curvados hacia arriba, Wei Wuxian salió de la ducha con un esponjosa albornoz de color rojo envolviendo su cuerpo.

Y lo que pocas veces - por no decir nunca en la vida -, casi se le cae la cara de vergüenza cuando al abrir la puerta, se topó con su novio sosteniendo en sus manos una familiar cajita y unas esposas de cuero, sus ojos dorados eran una pregunta por sí mismos.

Wei Wuxian sintió sus mejillas y cuello calientes a más no poder. — Era para hace tres días... — balbuceó. — Pero después de que vino Huaisang lo dejé...

Lan Wangji asintió y dejó la caja sobre el edredón de la cama, sus pasos firmes antes de acercarse a Wei Wuxian para besar dulcemente su frente. — Mn. Wei Ying es considerado...

El ojigris asintió suavemente. — Er-gege... Tu esposa no ha sido buena... ¿No he podido complacer a mi marido? — susurró, una sonrisa traviesa extendiéndose sobre sus labios.

Los ágiles dedos de Lan Wangji se ocuparon del nudo que sujetaba el albornoz y la pálida piel del plano abdomen y suave pecho de Wei Wuxian quedaron expuestos, las manos del ojimiel subieron por los costados del cuerpo contrario y acunaron sus mejillas atrayéndole para besar sus labios.

La bata de baño acabó en el suelo y Lan Wangji guió a su prometido descalzo hacia la mullida cama, depositó con suavidad al ojimiel sobre las mantas, sus labios trazaron un camino de besos dulces desde la comisura de sus labios hasta la piel de su esbelto cuello.

— Fū rén — susurró Lan Wangji sobre sus clavículas y el cuerpo de Wei Wuxian se arqueó debajo suyo.

— Lan Zhan... Lan Zhan... Joder, basta, Huaisang... Él, aún está allá afuera... — jadeó el ojigris intentando contener los vergonzosos sonido que emanaban de su boca, pero vamos, el solo hecho de saber que Lan Wangji lo había llamado de ese modo tan calmadamente lo tenía al borde de un colapso.

— Tendrás que ser silencioso — declaró Lan Wangji alejándose de su cuerpo, sus manos alcanzando la pequeña caja.

Esta bien, Wei Wuxian también podía jugar de este modo, una sonrisa seductora se instaló en sus labios. — Oh, Er-gege, quién diría que eres tan desvergonzado... ¿Te gusta esto? ¿Quieres acaso hacerme perder la cordura solo para que Huaisang escuche? Dime Lan Zhan, quieres que permanezca en silencio, pero... ¿No eres tú quien disfruta mis gemidos?

Los oídos de Lan Wangji se tornaron rojizos, sacó un par de artículos de la caja y empujó el cuerpo de Wei Wuxian hacia abajo una vez más, sus labios devoraron los contrarios y le regaló una mirada de oro líquido al ojigris.

Tomó las esposas de cuero y rodeó con ellas las pálidas muñecas de Wei Wuxian, besó la piel de sus brazos y el dorso de sus manos, sus labios rozando el dedo anular donde descansaba el anillo que le había regalado al ojigris después de pedirle matrimonio.

Una diminuta sonrisa se filtró en sus labios y guió los brazos del contrario por encima de su cabeza para ajustarlas a los barrotes de la cama.

Wei Wuxian gimió y lamió sus labios. — Joder, Lan Zhan, realmente vas a follarme con Huaisang aquí... — murmuró como si hubiese hecho un descubrimiento que creía imposible, casi como si estuviese teniendo una revelación divina.

Close the Door 彡 WangxianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora