«04»

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— ¿Estará bien? —preguntó, sus manos en el volante y expresión preocupada. No, no lo estaba. Estaba todo menos bien.

— Estoy bien. Muchas gracias por traerme hasta mi casa, señor Wang. Disculpe las molestias. —murmuré apenado.

— No hay de qué, y por favor, dime Jackson. —dijo con una sonrisa. Desearía haberle podido responder de la misma manera pero lo cierto es que no tenía ánimo.

— No sería profesional de mi parte… pero, agradezco la confianza. De nuevo, gracias por traerme. —le dije. Lyn se había quedado dormida en el asiento trasero por lo que pedí que me despidiera de ella.

Bajé de inmediato, usando parte de mí saco para tapar mi cabeza de la lluvia, saqué las llaves de mi bolsillo y entré a la casa. Estaba mojado, mi ropa era un desastre y mis mejores zapatos un asco, nada de eso tenía más relevancia que mi patético reflejo al mirarme en el espejo de la habitación. ¿Tan poca cosa me veía ante los demás?

Caminé hasta el guardarropa para sacar un par de toallas y ropa limpia para cambiarme. Lo último que necesitaba era resfriarme para acabar conmigo. Juro, que resistí lo más que pude, que lo intente, pero no fue suficiente. Todo se arruinó oficialmente. Nuestro matrimonio estaba condenado, solo era cuestión de tiempo para que sucediera. Me cambié y sequé mi cabello, me senté en la cama y yací inerte un largo, largo tiempo pensando en todo y nada a la vez. No quería darle más vueltas, de verdad no quería. Bajé la mirada a mi mano, deteniéndome en mi dedo anular. Giré varias veces mi argolla alrededor de mi dedo hasta que finalmente la saqué y la puse en el buró junto a la cama.

Una aventura. ¿Nuestro matrimonio se había acabado por una aventura? No… no en realidad. Solo ayudó a acelerar el proceso. Un conjunto de factores influyeron. Alguna vez mi abuela dijo que, si quería algo de amor, debería estar dispuesto a soportar algo de dolor. Sin embargo, mi límite había sido rebasado. ¿En qué momento nos olvidamos de lo que éramos? ¿En qué momento olvidó lo que decía sentir por mí?

Yo lo recuerdo tan bien. Lo recuerdo como uno de mis mayores tesoros. Los días en que no podía mantener sus manos fuera de mí, abrazándome cariñosamente, los días en que sus labios buscaban los míos con desespero en los salones vacíos del colegio, porque según él, necesitaba de ellos antes de cada práctica de baloncesto. Mis recuerdos se vuelven una tortura en mi mente. Cubrí mi rostro con mis manos y rompí en llanto sintiéndome miserable, llenando la habitación de mis respiraciones cortadas, lamentándome nuevamente y como de costumbre hasta quedarme dormido en mi lado de la cama. De no ser por un ruido que me despertó a más de medianoche. Mis ojos pesaban cuando mire el despertador marcando la 01:54 am y la puerta de la habitación se abrió para después volver a cerrarse.

— ¿Estás despierto? — escuché decir. No respondí, era mi turno de fingir dormir. — Sé que sí, tu respiración es más lenta cuando duermes... Tenemos que hablar…

— No quiero hablar. —murmuré.

— Tenemos que. —exigió. Reí. ¿Ahora sí quería hablar?

— ¿Qué? ¿Te sentiste expuesto? —solté sarcástico.

— Jimin...

— No. Nada de Jimin, solo cállate.

Tenía tantas cosas que decirle, estaba furioso y también decepcionado. Sabía que si abría la boca las cosas terminarían peor que mal. Me rehusé a volver a llorar, cerré los ojos obligándome a dormir como en otras ocasiones, pero para mi miserable suerte, el sueño se había esfumado entre el silencio vacío. La cama se hundió en su lugar, no se recostó, solo se sentó en silencio y al poco rato alcance a oler el ligero amargo del alcohol.

Love Me Or Leave Me | YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora