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Loan O'Conner

La felicidad y despreocupación invadía cada gota de sangre de mi cuerpo.
El alcohol recorría mis venas, y con suerte podía mantenerme de pie.

Mala suerte la mía que hoy no pude llevar a nadie a mi departamento, pero ni siquiera creo que hubiera podido tener sexo con alguien en estos momentos.

Empujé la puerta en cuanto logré que la llave entrara en el cerrojo. Apenas alcancé a quitarla y cerrar la puerta detrás como se debe.

—Ya llegué— avisé a la soledad de mi departamento.

Saqué mis zapatos en cuando estuve adentro, y simplemente caminé como pude hasta la cama para echarme ahí.

En cuanto sentí que estaba recostado, toda mi cabeza daba vueltas y vueltas, había luz muy tenue en mi habitación, ni siquiera me di cuenta que había dejado las luces led en el techo prendidas, pero se veían muy bien de color rojo.

Feliz cumpleaños a mi.

Entre más mareos y quejas, el alcohol me hizo quedarme dormido tan pronto como me puse cómodo.

[...]

—¡Ayer fue la mejor noche de toda mi carrera!— gritaron a un lado de mí.

—Deja de alzar la voz— me quejé irritado —me va a explotar la cabeza, ¿Por qué accedí a ir contigo?

—¿Por qué no?— contestó el de ahora mechas grises —no tenías nada mejor qué hacer ayer, y Loan, ¡Era tu cumpleaños!

—¿Y cómo es que tú no estás muriendo de resaca?— pregunté enfadado, ya no quería estar aquí, no debí haber venido hoy.

—Yo no tomé tanto como tú— respondió Hadan orgulloso de si mismo.

En una situación normal, pensaría que Hadan Beckett me fastidia, y sí, realmente si suele fastidiarme, pero lo considero más un amigo que, esté de acuerdo o no, siempre me ha apoyado en todos los planes que tengo. Evidentemente, el chico casi nunca estaba de acuerdo en la perspectiva que yo tenía hacia muchas cosas.

Así que, era justo que le devolviera el favor acompañándolo a una fiesta en la cual solo me utilizó para acercarse a alguien, aunque el motivo del festejo fuera por mi cumpleaños, él no iba a perder la oportunidad de conquistar a alguien.

—Y... ¿Has hablado con tu hermano?— preguntó él mismo.

—No empieces— contesté irritado —bien, le di me gusta a su última publicación de Instagram.

—¿Es en serio? Estás mal, O'Conner, es tu hermano mayor— me regañó mientras seguíamos caminando.

—¿Qué ley me obliga a hablarle a mi hermano mayor? Si me quedaba con él solo iba a seguir sus pasos depresivos.

—La ley de que es tu familia— contestó seriamente —tú única familia presente.

—Mi familia siempre quiso estar sobre mi, todo era "cuiden a Loan"... Bueno, casi todos— recordé —¡Pero tú sabes que detesto que estén sobre mi, queriendo vigilarme!

—Lo hizo porque era lo único que tenías, o qué, ¿Tenías algún plan de qué hacer con tu vida a los seis años?

Touché.

Me miró triunfante, y no me iba a quedar así.

—Tu ni siquiera tienes hermanos— lancé.

—Y si los tuviera, no los trataría así. Te conozco desde la secundaria, y sé lo que has pasado en tu vida, ¿Dónde quedó el Loan pícaro, juguetón y alegre?

Apodyopsis (O'Conner #3/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora