12.

279 41 54
                                        

Hadan Beckett

Me dejé caer en la cama de golpe, haciendo un puchero que venía dentro de mi pobre corazón roto.

—¿Te dejó plantado? —preguntó Loan desde su escritorio.

Asentí. —Nadie entiende mi belleza.

Rió amargamente. —¿Y qué?, ¿piensas quedarte aquí todo el día?

Voy a caer en depresión de una semana, ¿por qué nadie nos quiere?, si somos unos galanes.

—A veces la vida no nos trata cómo queremos —dió esa expresión de queja—, y uno nunca termina de conocer a las personas.

Se levantó de aquella silla, vino hasta mi, y me obligó a levantarme de la cama. ¡Es muy violento cuando quiere!

—¿A dónde me secuestras? —pregunté decaído.

Realmente, no me sentía con ánimos de salir, de cierta forma, si fue un golpe duro el haber llegado a la cita y que la persona que supuestamente iba a ver, no llegase.

—Espero no creas que voy a dejar a mi mejor amigo aquí tirado en su cumulo de tristeza —añadió— cambia tu cara depresiva, vamos a pasarla bien.

—Me niego rotundamente a ser mal influenciado con alcohol. ¿Qué no se supone que Gian sale de trabajar temprano hoy?

—Simio no abandona simio —finalizó, empujándome fuera de su habitación.

[...]

—Necesito que seas mi pareja —dijo un pelinegro en cuánto se apareció en mi vista por el pasillo.

El agua que estaba en mi boca después de beber de la botella, salió disparada mientras me atragantaba.
Escupí el agua, y empecé a toser.

Loan palmeó mi espalda en mi crisis, hasta que pase esa etapa apunto de morir, mis ojos quedaron llorosos porque literalmente estuve apunto de ahogarme con agua.

—Casi muero —le dije—, ¿cómo que pareja?

—Voy a salir de casa de Gian —alzó los hombros sin chiste—, pero lo conozco, va a empezar a un interrogatorio, si le digo que tengo a dónde ir con alguien que no es un amigo y ya, entonces no hará tantas preguntas.

—Y yo fui tu primera opción.

Asintió. —De hecho fuiste la única, no voy a llevar a cualquiera a casa de mi hermano.

—¿Y por qué salir de su casa?

Conocía sus expresiones corporales, en cuánto llevaba su mano a su cabello, era que estaba inseguro de algo, o simplemente nervioso.

—Pienso que ya es hora de dejarlo libre de estar trabajando por mantenerme —agregó, en un pequeño suspiro—, solo quiero dejarlo en paz finalmente, él necesita empezar a vivir de verdad.

—Mmh, pero, es tu hermano mayor —dudé—. ¿Qué te hace creer que no va a preocuparse?, no puedes solo irte de su vida y ya. Piénsalo bien, ni siquiera tú estarías feliz de dejarlo.

—Claro que no estoy feliz de dejarlo —se recargó en un casillero, negando varias veces—. No parece tener mucho futuro, pero sé que solo así, Gian va a dedicarse a él mismo.

Crucé mis brazos, no estaba de acuerdo en algunas cosas que él hacía.
Pero, de igual manera no iba a dejarlo solo.

Simio no abandona simio.

Apodyopsis (O'Conner #3/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora