Capítulo 12 "Un niño asustado y una gata perdida"

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Todo estaba negro. No era capaz de ver más allá de mi nariz... No. Ni siquiera era capaz de ver mi propia nariz. La oscuridad era demasiado densa. Y ni siquiera sabía sobre qué estaba en pie.

-¡Jajajajaja! ¡Qué divertido! ¡Qué divertido!

La estruendosa voz de una niña llenó el lugar. En ese momento estaba confuso y aterrado a partes iguales. No sabía qué estaba sucediendo.

-Ya que estás aquí... ¡Vamos a jugar!

De pronto muchas voces comenzaron a sonar. Eran extrañas... Aterradoras y perturbadoras a partes iguales. Como si fuesen... Lamentos. No tardé mucho en sentir cómo algo me agarraba de las piernas con gran fuerza. Una, dos, tres... Incontables cosas de las que que no podía definir su forma se enredaban rápidamente en mis piernas, brazos y torso, comenzando a arrastrarme hacia dentro del suelo. Como si estuviese hecho de arenas movedizas o algo así. Trataba de resistirme, pero mis esfuerzos eran completamente inútiles. Me hundía lentamente en la oscuridad que me envolvía violentamente. Notaba una increíble presión en todo mi cuerpo. Era tal que pensaba que me iba a quebrar los huesos de un momento a otro. Y eso no era todo, pues los lamentos se incrementaban más y más hasta el punto de llegar a ser insoportables.

-¡¡DEJADME EN PAZ!!

Trataba de gritar, pero las palabras no salían de mi boca. Simplemente eran leves quejidos que se perdían entre los agónicos lamentos. Me negaba a seguir siendo arrastrado. Me forzaba a mí mismo a moverme. Pero nada servía. Estaba siendo consumido lentamente por esa infinita oscuridad.

-Jooo... Pensé que serías más divertido. -dijo con tono de desilusión. -En fin. Tendré que seguir buscando a ese Iozel o como se llame.

No era capaz de escucharla realmente a esas alturas. Mi mente estaba completamente nublada en ese momento. Nublada de infinita, eterna oscuridad. Aterradora... Y relajante oscuridad. La presión había cambiado a una suave caricia, mientras que la ansiedad de estar siendo tragado cambió repentinamente a una calma que rozaba lo absurdo. Simplemente esperaba a que pasase lo que tenía que pasar. Como si mi mente ya no me perteneciese más.

-Aléjate de mi elegido.

Una voz resonó muy fuerte en el lugar. Mucho más que los malditos lamentos. Mucho más que la de aquella aterradora niña. Una voz que reconocería en cualquier momento.

-Edna... -musité.

Cuando pude darme cuenta, la oscuridad se había ido. Al menos en parte. Era capaz de ver nuevamente mis manos frente a mí. Era capaz de identificar mi alrededor y, rodeándome con sus brazos, estaba aquella mujer que se autodenominaba como "diosa" cuando la conocí. En pocas palabras; Edna, la misma que me envió a Alhark, me rescató.

-¡Oooh! ¡Sabía que eras interesante! -dijo la siniestra voz. -¡¡El elegido de una diosa!!

La niña comenzó a reírse mientras que los lamentos que me rodeaban hasta hacía breves momentos se alejaban más y más. Y yo estaba cada vez más y más perdido.

-Entonces mantendré un ojo encima de ti, aventurero. Será entretenido ver cómo te desenvuelves hasta llegar a vernos cara a cara, jajaja.

Perdí el conocimiento al terminar su monólogo. Todo lo que estaba pasando esos días... Era superior a mí. En demasiados niveles.
Cuando abrí los ojos me encontraba frente a un techo blanco y aterciopelado. Estaba sobre algo blandito y mullido, bastante cómodo y confortable a decir verdad. Realmente no quería levantarme.

-¿Te encuentras mejor, Daniel? -preguntó una dulce a la vez que preocupada voz.

Algo molesto, me incorporé. Estaba sobre la cama de Edna, en su habitación. No sabía ni cuándo, ni cómo había llegado ahí. Y no sabía cuánto había dormido.

Cuando me duermo... ¡¿Aparezco en otro mundo?! / NemurisekaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora