Capítulo 11 "Un nombre, un culpable"

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Abrí mis ojos de golpe. Todo estaba negro y sentía una fuerte presión en el pecho. El dolor era tan insoportable que iba a romper a llorar de un segundo a otro. Quería gritar, pero... Mi voz simplemente no salía.

-¿Estoy muerto? -me preguntaba.

Estaba desesperado. Necesitaba ayuda, pero no podía pedirla. Comencé a retorcer mi cuerpo al no aguantar más y, al momento, sentí cómo caía por un abismo una vez más. Fue en ese momento cuando mi voz al fin salió. Al contrario de lo que pensaba, la caída fue muy breve. No duró ni un solo segundo. Sentí el frío suelo en mi rostro. Ahí fue cuando mi vista comenzó a aclararse.

-¡Daniel! ¡¿Estás bien?! -preguntó mi madre abriendo la puerta de mi habitación de golpe.

Al verla mi corazón se calmó. Estaba en casa... ¡Estaba vivo!

-Yo... Lo siento. -dije tratando de contener mis lágrimas. -Estaba teniendo una pesadilla horrible y entonces me caí de la cama. Perdonad por preocuparos.

Me puse en pie y me senté en el borde de mi cama. Había sido un buen golpe el que me había dado, pero fue algo necesario para despejarme la cabeza.

-¿Te encuentras bien? ¿Te has hecho daño? -siguió preguntando mientras se acercaba a mí.

-Estoy bien. No hay de qué preocuparse. -respondí una vez más.

-Vale... Vuelvo a la cama. Si necesitas algo, solo avísanos a tu padre o a mí, ¿vale, cielo?

-Lo haré. Gracias, mamá. -sonreí.

Una vez cerró la puerta de mi habitación me acosté nuevamente y miré la hora en mi teléfono. Las cinco y cuarenta de la mañana.

-Todavía faltan casi dos horas para que tenga que levantarme. -suspiré.

Dejé el móvil a un lado y cerré lentamente mis párpados, que notaba aún pesados. Justo cuando los cerré comencé a temblar. Los ojos de aquella bestia, sus colmillos, el sonido del cascabel de su pecho... Todo vino a mi mente. Como si pudiese verlos. Como si lo escuchase. El sonido de su respiración, su aliento, su mirada, el tintineo... Todo era demasiado claro. Comencé a temblar nuevamente a tal nivel que tuve que abrazar mis rodillas y tomar una posición fetal. Estaba muerto de miedo.
El tiempo pasó lentamente, como si fuera un reloj de arena pero, en lugar de arena, llevase cemento. Cuando por fin sonó la alarma pudo reunir las suficientes fuerzas como para ponerme en pie. Sentía la espalda un poco resentida por pasarme tanto tiempo en esa posición, pero tampoco podía hacer nada. Me vestí y salí de la habitación con un sonoro bostezo fingido para dar a entender que estaba bien a la vez que trataba de no mirar al suelo. Sabía que, en el momento que mis ojos se fijaran en él, no podría levantar la vista de nuevo.

-Buenos días, cielo. -me saludó mi madre. -¿Has podido descansar?

-Algo... ¿Hay café? Me va a hacer falta.-respondí.

-Está recién hecho, por si te quieres llevar en el termo.

-Muchas gracias.

Tomé asiento junto a mi padre, que estaba leyendo las noticias en su portátil mientras desayunaba.

-Buenos días, Dan.

-Buenos días, papá. ¿Tan temprano y ya estás leyendo eso?

-Siempre, hijo. Sea bueno o malo, lo mejor es estar informado de lo que sucede en el mundo. Ya sabes, la información es la mejor arma. -se rió.

-¿Y si esa información fuese falsa?

-Siempre se corre ese riesgo. Por eso, siempre que te digan o leas algo, no te creas la mitad y desconfía de la otra.

Cuando me duermo... ¡¿Aparezco en otro mundo?! / NemurisekaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora