9. El secuestro

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Pasado

Algo crujió afuera, esperé escuchar el sonido otra vez, un árbol ilustraba lóbregas y huesudas formas a través de la ventana en el suelo de la habitación, era octubre con su inusual melancólico ambiente típico de Vernnol. La ventana estaba abierta y las cortinas corridas se balanceaban, yo llevaba despierta apenas unos minutos, era una noche cargada de misterio. Me desperté por un extraño presentimiento que se instaló en mi pecho. Me pedía llegar a la superficie, me despertó de manera automática.

Me senté en modo alerta, oscilando la mirada en la ventana y la puerta. Esperando a que el valor llegara para poder atravesar la puerta. Pero mi cuerpo insistía en esperar.

Hubo algo. No fue el crujir de una rama ni el sonido de una cerradura. El grito de una mujer.

Mi madre.

No pude esperar más, me impulsó con ímpetu, ya estaba atravesando el umbral y al siguiente segundo pisando la primera escalera, consciente de que el ruido no provenía de ninguna de las habitaciones de arriba, sino de abajo. Mis pies estaban descalzos sintiendo cada textura de la alfombra de las escaleras y el piso de madera de la sala a los pocos segundos. Todo lo que me envolvía era oscuridad; una casa muy vieja, grande y solitaria donde vivíamos tres personas; mi madre, mi padre y yo. El vecindario era un poco inhóspito y nuestra casa era al final de la calle.

Silencio, inquietante, sospechoso. El corazón me latía con fuerza y miraba alrededor de la sala, muy confundida, invadida de desesperación por encontrar una respuesta a lo que sucedía y la extraña sensación de algo comiéndome el interior. Pero no quise gritar el nombre de mi madre.

Las lágrimas me empezaban a bañar los ojos, apreté párpados e intenté frenéticamente respirar bien; apoyé las manos en las rodillas en busca de estabilidad, la sensación era abrumadora. Cuando recuperé parte del control lo que hice fue mirar con lentitud la sala, en las ventanillas de la puerta de madera se colaba una débil luz de luna llena, de pronto esa luz fue bloqueada por una figura oscura, sin rostro y que sostenía algo grande con ambas manos, se veía amenazante. Tragué saliva, con labios entreabiertos hice una exhalación profunda rompiendo el silencio.

Un hombre alto se sumó a la escena bloqueando la otra ventanilla de la puerta. Completa oscuridad se fundió en mi campo de visión que no me permitió dar más que solo un paso hacia el comedor cuando unos fuertes brazos me envolvieron la cintura, intenté gritar algo, pero lo único que salió de mis cuerdas vocales fue un pequeño horrible chillido que me erizó la piel. Mi propia voz me asustó, un pellizco doloroso me atenazó la garganta e intenté con todo el aliento que algo saliera de mi boca, pero solo escalofriantes sonidos eran emitidos. Estaba muda: solo entonces me permití sentir la inflamación de mi cuello, algo muy malo me habían hecho.

Pasos resonaron, por el rabillo del ojo visualicé que los hombres venían detrás de nosotros mientras yo luchaba dando patadas e intentándome liberar, mis brazos también aprisionados con mi cintura, muy débil y delgada para luchar con el gigante de pecho y brazos de acero, inclusive emanaba frío como un bloque gigante de hielo. Llegamos al comedor, se encendió la luz de una lámpara que apenas si llegaba a alumbrar el centro del cuarto. Lo que vi paralizó mi forcejeo. Mi madre junto a mi padre, atados a dos sillas: mi madre tenía cortes en las mejillas y la cabeza de mi padre colgaba al frente balanceándose lentamente, murmurando, llorando, gimiendo y emitiendo extraños sonidos. No cabía en mi mente semejante escena, la tibiez de mis lágrimas poco a poco se fue tornando una sustancia caliente que me quemaba los pómulos

- Mamá - mi boca se movió, pero de ella nada salió. A pesar de tener la visión neblinosa, divisé que más figuras se acercaban de entre los rincones medio oscuros de la cocina. Decir que estaba aterrada era poco, sentía que me iba a hacer en mis pantalones de dormir.

CHERRIES ©️ (COMPLETA PARTE 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora