CHERRIES ©️ (COMPLETA PARTE 1)

33. Una bestia inocente

El grito me dejó sorda por unos instantes, me costó asimilar todo de nuevo, pero más gritos de pánico regresaron mi conciencia a tierra.

- ¡¡Nooo!!

- ¡No! Yellow, no.

Gray gritaba despavorida y se le sumaron otros gritos de Honey quienes corrían en auxilio del hombre al que le sostenía su cuello del que brotaron borbotones de sangre, un gorgojeo que helaba los huesos subió por su garganta mientras caía de rodillas y en sus ojos vidriosos la vida se fue extinguiendo, no podía seguir sosteniendo el delgado hilo que lo ataba al mundo.

Gray intentó ayudarlo y unos cuantos de los hombres se le sumaron mientras la mayor parte de ellos se ocupaba de su agresor de cabello rubio. Eran al menos unos treinta hombres porque al salir nos recibió la otra parte de los que nos escoltaron, tenían magnificas armas y estaban dispuestos a asesinar a la loca de Yellow quien descaradamente masticó algo entre sus dientes. De su boca destilaba el líquido carmesí del pobre hombre ahora muerto, sus ojos ya no poseían la pureza que un día tuvo, perdió la cordura y como una posesa enamorada se aferró a la locura, su pecho subía y bajaba con irregular respiración, parada a unos varios metros de mí se había formado un círculo donde muchas armas le apuntaban esperando su mínimo movimiento.

Mis ojos se abrieron tanto y no parpadee hasta que me reclamaron lágrimas sin asimilar a perfección todo.

Yellow podía emanar un aura muy oscura que a distancia se olía a muerte, estaba fuera de control.

Se hizo el silencio, solo respiraciones agitadas y ojos recelosos en espera del siguiente movimiento. Nadie sabía que decir o hacer.

Contuve el aliento en cuanto Yellow se fue dando lentamente la vuelta viendo a cada uno de los hombres que la rodeaban, analizando rostros, escaneándolos y regulando la respiración ejerciendo un control apretando los puños y relajándolos a su vez.

¿Qué pensaba hacer?

Caviló sus lentos pasos dando la vuelta, vi como algunos hombres temblaban con el arma en mano y otros la sostenían con más fuerza afianzando que no dudarían en disparar. Nadie le había dirigido la palabra porque no había palabras que decirle a un animal salvaje.

Y la catástrofe se engrandeció tan rápido que ni un parpadeo la alcanzó.

Gritos, pasos apresurados y una lluvia de disparos ensordecedores.

Yellow se lanzó tan rápido sobre cuerpos de hombres, reptando como una araña, subiéndose a las espaldas de los hombres fornidos y con contextura física más fuerte que la delgada y estilizada figura de la rubia. Era lo más horrible, un mar de sangre, un hambre feroz incontrolable, vi tirajos de piel en su boca y escuché los gritos de dolor saliendo de la boca de los pobres hombres. Ni una bala lograba atravesarla porque era tan ágil, escurridiza y monstruosa.

Demasiado fuera de sí.

En la penumbra del atardecer entre cuerpos, gritos y desesperación, recostada en la pared de concreto entre la entrada del Castillo de la Locura comprobé que con una de nosotras bastó para acabar con los hombres de Miller, hombres completamente humanos. No fue necesaria la intervención de los hombres de Ulric porque Yellow se estaba deshaciendo de los pocos que no se daban por vencidos, y con respecto al resto de nosotras nadie se había atrevido a intervenir hasta que vi aparecer de un extremo del área abierta de bosque donde estábamos, a Raven, con paso decidido dispuesta a intervenir en la escena que formaba Yellow desgarrando con sus dientes el cuello de un hombre que se encontraba de rodillas.

Su cara de piel cremosa era un caos al igual que el resto de su ropa blanca, y hacía ruidos extraños además de gritar agudo cada que atacaba. Yo me encontraba temblando muy agazapada en ese rincón donde podía ver todo y evitar que una bala me encontrara. Liberé un sollozo demasiado traumada, pero no salieron lágrimas de mis ojos. Tragué saliva y apreté los párpados evitando ver lo que se avecinaba en cuanto Raven llegó muy cerca de ella dispuesta a detener su masacre ya tarde puesto que los hombres que quedaban vivos – si es que los había – huyeron o se ocultaron.