8. Gerardo.

115 4 1
                                    

La verdad es que aún no salía de mi trance de éxtasis, o más bien, de amor. Ya no había nada que hacer, en tan poco tiempo me había enamorado de Nina Lacoste, y ya me daba lo mismo. Ella realmente me había atrapado.

Ahora me encontraba sentado comiendo malvaviscos de la fogata de los cursos del colegio, en donde también estaba el curso de Nina. Lamentablemente ella no estaba presente, quién sabrá por qué. La mayoría de los que estaban aquí se habían ido a tomar alcohol por el bosque nevado y yo me quedé acá, obviamente, casi solo. La única chica que se había quedado era una tal Carolina Reeves, pero la llamaron y enseguida se fue.

Me puse a escuchar música. La verdad es que me daba lo mismo estar solo, era muy grato mirar la linda fogata llenando mis oídos de la psicodelia de Tame Impala. En momentos como este siempre me ponía a reflexionar.

Había pasado ya una semana desde lo que pasó en ese lugar con Nina, y la verdad, ella parecía tan normal ante eso, como si dar besos fuera cualquiera cosa. No la había visto rondar mucho, a menos que sea con Herrera o Larraín, mirándome fugazmente. ¿Qué le sucedía? Ya ni siquiera se acercaba a mí. A lo mejor yo también tenía que hacerlo, pero me daba algo raro cuando estaba cerca de ese séquito de niñitos ricos.

Por otra parte, Francisco también estaba algo lejano. Se la pasaba con Kiara, y hablaba poco conmigo. Es como si nos estuviéramos alejando, y eso me da algo de pena. Es mi único amigo, no tengo más. Sí, pensaría en Noemí, pero nunca fuimos tan amigos realmente. ¿Qué más podía hacer? ¿Quién querría estar cerca de mí?

Si no soy nada especial. Soy el típico chico nerd al que nadie le habla y se enamora de chicas imposibles. El típico aburrido que se convertirá en alguien exitoso pero con nadie alrededor. Trataba de no deprimirme por eso, pero, ¿qué sentido tenía no ponerme así? En verdad todo es tan... mierda.

Pensé en ir con todos a esa pequeña fiesta del bosque, pero no encajo ahí. Ni Francisco querría que fuera.

Soy tan penoso.

It feels like only go backwards, baby...

En ese momento esa canción me hizo eco. Y entonces a mis fosas nasales llegó el olor de un cigarrillo. Miré a mi alrededor y me di cuenta que alguien cantaba una canción de los Arctic Monkeys mientras fumaba y movía la cabeza. Estaba de espaldas, pero se me hizo conocido. De repente volteó y me di cuenta de que era Herrera. Me miró con una sonrisa de lado y se acercó a la fogata tirando su cigarrillo a medio terminar. Se sentó a mi lado y se sacó los audífonos. Lucía algo raro a como siempre solía aparentar.

—Hola, Aguirre —Vaya, por fin sabía al menos mi apellido—. ¿Por qué tan solitario? ¿Penas de amor?

Se rió con algo de amargura.

—No, solo pensaba... —Contesté sin muchas ganas.

—¿Es por Nina? —Me sobresalté y abrí los ojos con incomodidad.

Mierda, lo sabe.

—¿Cómo dices? —Le dije haciendo el loco.

—Vamos, Isaac —Dijo mi nombre, qué extraño—. Lo sé con solo ver cómo la miras, cómo ella te mira y sonríes como bobo. Como verás, soy bastante observador.

—Oh... —Balbuceé incómodo—. Lo siento.

—¿Por qué te disculpas? —Me miró sonriendo socarronamente— Oh, ella te contó. Sí, teníamos una relación bastante larga, pero la verdad nunca la amé. Era como mi amiga o hermana.

Ahora sí que me sorprendí. Qué tipo más de mierda.

—Vaya.

—A lo mejor suena cruel, pero estaba con ella porque es muy inteligente. Me avergüenza decir que me interesa alguien más —Titubeó un poco —, para mi desgracia.

NinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora