10. No correspondida y correspondido.

50 2 1
                                    

Desperté en un lugar, con un frío atroz. Era algo así como la terraza de una casa, que por lo demás, era bastante alta. Traté de levantarme, pero al hacerlo, me di cuenta que había alguien a mi lado. Miré, y para mi inédita sorpresa, era Nina. Dormía plácidamente. También reparé en que estábamos recostados en una especie de sillón cama muy cómodo, de color rojo, que daba toda la vista del amanecer.

Era una mañana preciosa.

Recordé que ayer había fumado… bueno, eso. Y por lo que puedo entender, dije o hice algo estúpido. No sabía qué, pero seguramente, fue con Nina. Sin pensarlo, sentí pánico en mi interior. ¿Y si le dije que estoy enamorado de ella?

¡Eso sí que sería cagarla!

Entre medio de mis pensamientos, sentí un celular vibrar. Creí que era el mío, pero me di cuenta que estaba encima de una mueble pequeño, era un iphone. Lo tomé con cuidado para no despertar a Nina.

El celular tenía el fondo de pantalla de una calavera, e inmediatamente supe que era de Nina. Tenía una llamada perdida, y luego me di cuenta que le había llegado un mensaje de WhatsApp. No es que fuera chismoso, pero el mensaje apareció en la pantalla de bloqueo.

Casandra: “¿Te lo tiraste? :O”.

¿Qué mierda era eso de “te lo tiraste”?

Algo me decía que se refería a mí, no sabía por qué. Quizás por eso Casandra había desaparecido y luego de la nada había llegado Nina.

Vale, está bien. Entendía el mensaje. Pero no captaba en realidad lo que significaba.

¿A qué se refería, exactamente? ¿A mí? ¿Acaso yo podría ser un simple polvo que quiere conseguir para olvidar un rato a Gerardo?

Encima yo soy virgen. En ningún jodido momento yo a ella la he visto como algo sexual, a pesar de que su cuerpo es hermoso y escultural, nunca. Ni por asomo. Si ya ni siquiera ocupo mi mano…

Mierda.

Sentí algo raro abajo.

—Encontraste mi celular —Casi salté en mi lugar.

—Mierda, Lacoste, me asustaste —Respondí asustado, soltando inmediatamente su teléfono.

Rió, me di cuenta que sus ojos estaban rojos.

—Ay, Isaac, estaba despierta. Me dio risa ver cómo te cuestionabas el mensaje que seguramente es de Casandra…

Mierda y más mierda.

—Esto… —Titubeé. Salí pillado, joder— Bueno, lo he hecho sin querer…

—¿Sin querer queriendo? —Preguntó, con tono pícaro.

Mierda, mierda y más mierda.

—Sí, puede ser…

Me miró sonriendo y esta vez dirigió su mirada al bello amanecer. Se quedó así, mirando, observando, deleitando ese paisaje de ensueño. Y yo me quedé observandola. Eso era vida para mí. Ya ni siquiera me cuestionaba mi cursilería. Era de esos que detestaban lo cursi, y enamorado me ahogaba en miel.

En la miel de sus labios…

Sentí mi estómago revolotear, y era por ella, al verse así, tan hermosa sin hacer ningún esfuerzo.

Cuando dejó de observar el paisaje de la terraza, me observó fijamente a los ojos. La miré tratando de transmitirle muchas cosas, y pude percibir que ella también.

—Creo que yo también —Musitó en un susurro y no lo entendí. Lo dijo de una manera muy extraña.

—¿Tú también? —Repliqué extrañado.

NinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora