Confesiones

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                        Capítulo 11

Electra

No podía creer que la tenía frente a mí. La única mujer aparte de mi madre por la que tuve un bonito sentimiento. La conocí en la universidad, estudiábamos lo mismo, pero nunca pensé que volvería a tenerla en la misma habitación.

Lo mismo pensaste de Fernan Dalis.

Exacto. Tengo que dejar de sobreestimar a las personas y aprender a esperar lo incierto. La tortura comienza cuando me acuerdo de todas las cosas que vivimos juntas. Las noches en vela escuchando su historia y ella escuchando la mia. Los constantes malentendidos que yo le ocasionaba con los hombres. Extraño incluso ese primer instante cuando la mire con suficiencia y ella supo devolverme la mirada. Y aquí está, vestida de diosa con alma de diabla. Porque no es tan santa como la pintan. Al menos que hubiese cambiado en estos dos años que llevábamos sin vernos.

-Parece que has visto un fantasma.-Dijo y alzó una ceja.

-Uno muy sexi diría yo.-Respondí y me acerque quedando a centímetros de su cara. Aunque ella es más alta que yo, no me sentí inferior.

-Una vez te dije que no me iban las mujeres, Electra.-Susurro.

-A mí tampoco me van. Pero si fuera así, serias tú mi fetiche, zorra de mierda.

-Entonces aléjate y dame mi maldito abrazo.-Terminando de pronunciar la oración nos reímos y ella cayó en mis brazos sin refutar.

Lo atípico no fue que llorara. Entendía que si esa fuera la razón estaba justificado por el periodo que llevamos sin vernos. Pero su llanto iba más allá de lo ordinario. Se aferra a mí con fiereza y siento como baña mi sudadera en lágrimas. La separo de mí y busco sus ojos. Cuando por fin se calma veo que estaba en lo cierto. Ella no está bien emocionalmente. El brillo en sus ojos se encuentra colgando del hilo del desespero.

-Cuenta que diablos te pasa.-Exijo con imponencia.

-Sera mejor que te sientes.-Musita.

-Bien.

Tome mi IPhone y le envié un mensaje a Samuel comunicándole que mi empresa no vería mi presencia en ella hoy. Tome la mano de mi amiga y la lleve a la piscina donde había un lucrado bar. Descorche una botella de vino y llene las dos copas. Pero ella simplemente estaba mirando a la nada con expresión ausente y semblante abstraído. Chasquee los dedos frente a su cara y me regalo una fingida sonrisa. De esas que tanto odiaba. La misma que te demostraba cariño pero deseaba desgarrarte.

-Incluso esa mueca desagradable que tanto aborrezco, se convirtió en añoranza para mi.- Le hable sentándome a su lado en los muebles frente a la piscina. Le entregue la copa de vino y colisionamos las copas, pero ella no bebió.

-Han pasado muchas cosas en mi vida.-Confeso. La manzana de adán bajo con el trago amargo de emociones que digirió.

-Supongo. Dos años son impredecibles para unas mujeres tan interesantes como nosotras.-bromeé.

-Hablo en serio. Kyle volvió a mi vida.-Escupí el vino que tenía en la boca y ella miro con desagrado el vestido blanco que yo le arruine.

Y no es para menos. Kyle Morrison es y siempre será el tormento más grande de la existencia de Lyla. Que llegara a su vida significa que la puso al revés y la desestabilizo. Porque aunque ella nunca entendió sus señales, yo de espectadora siempre las supe.

-Diablos.

-Pero cuéntame, estoy desesperada por escuchar que ha sido de tu vida.-Me mira con los ojos entrecerrados.

Diamantes & Póker (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora