-Bueno, creo que ya está. Listo-digo, apoyando mis manos en mi espalda, observando la estantería. Menos mal que Noah me había echado una mano. Mientras estábamos colocando mis cosas, mi compañera francesa no paraba de comérselo con la mirada, mientras ella ordenaba su fina ropa interior sin ningún problema de que Noah la viese. Asquerosa.
-Bueno, mañana te veo. ¿Quedamos en el Starbucks entonces?-me pregunta él, cogiendo el libro que le he prestado a cambio de su ayuda.
-Claro eh... Sip. Ahí estaré-respondo confundida. Hoy me había besado, y ya mañana habíamos quedado. Dios mío, ¿se consideraba eso una cita? Solo vamos a tomar un café y a ojear libros... Mai, contrólate, aquí no pasa nada. Solo somos...¿amigos? Hasta eso me suena raro.
-Por cierto, te sienta muy bien ese corte de pelo, casi no te reconozco. Estás...renovada-se despide de una forma un poco rara y se va.
Mi compañera me mira incrédula, seguramente había estado pensando cómo tener una cita con Noah. Pues bien, todo suyo. Aquí no hay nada más que amistad. No es lo que parece...
Me pongo a leer el último libro de Canción de hielo y fuego hasta la madrugada, pero llega un momento en el que me quedo frita.
Esta mañana estoy dormida, con la cara contra la almohada, hundida literal, hasta que suena la alarma de René.
Miro la hora en el móvil. ¡Son las malditas siete y media de la mañana!
La observo, se viste, con lo que vuelvo a hundir la cabeza en la almohada para respetar su intimidad, y después se pone unas deportivas de running. ¡No fastidies! Va a salir a correr.
Espero que no pase esto todos los días, porque yo sin dormir, es que no soy persona, ni siquiera chimpancé.
Desde que se va, estoy media hora pensando, sin poder volver a conciliar el sueño.
Me decido ir a desayunar a alguna cafetería, paso de hacerlo en la residencia.
Después de un típico desayuno inglés, me vuelvo a la habitación, y me cruzo con René y unas amigas saliendo hacia una librería. Mejor, así puedo pensar tranquila que me voy a poner, aunque tampoco es que me importe ir arreglada o no...
Se lo que pensáis, pero dejad de juzgarme. Esta es mi historia.
Observo mis prendas, todas son sencillas. La verdad es que no me gusta llamar la atención. Y menos para vestir. Siempre he sido de ropa ancha y cómoda. Supongo que es que me hace sentir segura, o todo lo contrario, que eso hará que nadie se fije en mí y no se metan conmigo, como cuando estaba...gorda. Odio esa palabra, ¡pero es que decir obesa tampoco suena mejor!
Me rindo, iré normal.
Me pongo mis vaqueros anchos, rotos y desgastados, mis Converse viejas verde mar y una chaqueta que pone "Game of Thrones". Lo sé, soy friki y a mucha honra.
No me maquillo casi. Solo me pongo un poco de raya negra, como de costumbre.
Me miro al espejo. Voy normal, y casi que mejor.
Como en la residencia rápidamente y me voy. No había ni un alma ahí.
Recorro las calles para hacer tiempo. Paseo incluso alrededor de la universidad. Pero me paro en seco al ver una casa. No cualquiera.
Reconozco los motivos de la puerta de madera y los dos faunos dorados a los lados adornando la entrada. Es la casa de C. S. Lewis, conocido por escribir Las Crónicas de Narnia. Me encantan sus libros.
Pasan los minutos y sigo mirando como una pasmarote la vivienda.
-Bonita, ¿no? Lewis es uno de mis autores favoritos-comenta una voz que me resulta familiar.
Me doy la vuelta, sobresaltada, y veo que es el profesor del avión, Christian Dylle.
-Y de los míos.
-¿Sabías qué esa es la farola que describe el autor en las historias de Narnia?-me informa, como si fuese un guía turístico.
Yo miro hacia dónde él señala.
-No-no lo sabía, es realmente pintoresca-digo, rozando con las yemas de los dedos el frío tronco de la farola.
Él se acerca y esboza una sonrisa.
-Bueno, me tengo que ir, gracias por la explicación, profesor-me aferro a mi mochila y me decido a marcharme.
-De nada, alumna-se despide él, diciendo la última palabra como si la despreciase, como si no le gustara recordar que soy una de sus alumnos.
Vaya, ni un día entero y ya me he hecho enemiga de un profesor. Porque sino, ¿qué le pasa?
Llego un par de minutos tarde al encuentro con Noah, al parecer si que he hecho tiempo, tanto que he quedado como una impresentable. Yo nunca llego tarde.
-Hey, al fin llegas. Creí que me habías plantado-me saluda Noah.
-¿Tan desesperado estás, Chapman?
Se ríe de mi comentario, yo aunque no suela reírme de nada, lo hago.
-Anda Foster, vamos a tomar ese café-concluye él y me abre la puerta. Que caballero, y más raro aún si se trata de Noah.Continuará...
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Lone wolf (loba solitaria)
Teen FictionMaisie es una adolescente que vive en una pequeña localidad perdida en el bosque de el estado de Virginia. Todo el mundo se conoce en Dark Forest y ella de repente empieza a interesarse por el "chico de mala reputación", que se ve obligado a volver...