Capítulo 14

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Nos cuenta nuestro profesor su plan.
-Vine aquí, a Oxford, no por dar clases, sino para descubrir si podía crear el portal aquí, tal y cómo había oído hablar. Pretendía quedarme aquí a vivir, eso explica la mochila y provisiones.
La anulia es un mineral que en nuestro siglo no abunda. De hecho, tuve que comprarla en el mercado negro y no por un coste bajo, os lo aseguro. En este siglo si que hay más cantidad de ese mineral, pero tampoco es tan fácil de encontrar.
Según mis estudios, en este año, hay un maestro residente en Londres que era un erudito de los viajes en el tiempo con anulia. Tenemos suerte de que viva, porque no ha habido muchos que fueran interesados por esta clase de estudios. Se creía y se cree que es mentira y que es una ciencia tan falsa como la astrología-nos explica detalladamente, despacio, para que nos enteremos bien dónde nos hemos metido.
-¿Cuál es el plan?-le pregunto, directamente mirando a sus ojos.
El esboza una sonrisa amarga.
Noah no para de mover el pie y me está poniendo más nerviosa de lo que ya estoy. ¡Qué pare ya!
-Ir a Londres, encontrar a ese maestro de la anulia, le compramos material y os devuelvo a vuestro siglo.
Tengo monedas de la época, oro, joyas y cosas que tienen tanto valor aquí como en el 2015. He venido preparado para vivir aquí con todos los gastos cubiertos. No hagáis preguntas respecto al dinero o cómo he llegado a conocer el arte de esta ciencia, no os incumbe.-nos pide al ver que Noah quiere cuestionarle algo sobre eso.-Como no podéis ir en pijama por la calle, iremos a un sastre para comprar ropa concorde con el siglo-nos explica cuál es el próximo paso. Me fijo que debajo de su gabardina de que él si que lleva la ropa adecuada. Ha reparado en todo.
Vamos por calles secundarias, para no llamar mucho la atención.
En unos pocos minutos hemos llegado a la tienda de un sastre.
Él hombre nos mira extrañado por nuestras ropas.
Mientras el señor Dylle habla con el dependiente, Noah y yo esperamos en la entrada de pie.
-Menudo lío que ha montado ese tío. Te dije que era...-empezó a quejarse Noah por lo bajo. Pero yo lo detuve antes de que dijese algo ofensivo.
-Noah, la culpa es mía por entrometerme en sus asuntos y arrastrare a ti hasta aquí. Sin él, no conseguiremos volver a casa, no hables así de él. La responsable soy yo, no te confundas-le digo, muy seria, como solía estar hace un par de semanas.
Él prefiere guardar silencio en vez de argumentar más cosas en contra de el señor Dylle. Yo también estoy callada.
Nos piden que pasemos a una especie de probadores.
A mi me dan un vestido de la época, con corsé y todo. Adiós a mi ropa ancha.
Siempre he pensado que ese tipo de prenda es bastante machista. Hace a las mujeres llevar el pecho muy descubierto y aplastado, para que los hombres lo vean bien. Es repugnante.
Es azul y blanco.
Una mujer mayor me ayuda a ponerme el corsé. Creo que no puedo respirar. Que agobio, parezco un rollito primavera listo para freír.
Hay unos tacones negros que esperan que me ponga, ¡ja!
Cuando la mujer se va, escondo los tacones y me pongo mis Converse de nuevo. No abandonaré a mis zapatos favoritos porque no vayan a juego con el maldito vestido.
Salgo y allí veo a Noah ante el espejo. Va vestido como Christian, aparentando ser de buena familia, al igual que yo. ¿De dónde había sacado el señor Dylle tanto dinero para hacerse un hueco entre la buena sociedad?
Me observa, yo a él. Va ridículo con esas medias.
-Estás...guapa-dice, sin mucha confianza de si es lo apropiado.
-No puedo decir lo mismo-observo sus medias y ambos nos reímos.
Él me ve las zapatillas. Levanta una ceja. Yo sonrió culpable y le hago prometer que no dirá nada.
Después, salimos los tres en busca de transporte para ir a Londres.

Continuará...

Lone wolf (loba solitaria)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora