Capítulo 44

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-Foster, acompáñeme al camarote, enseguida-me ordena el capitán Gurbert.
Me separo de Christian, que sigue en shock por mi reacción.
A Noah también le ha sorprendido bastante.
Bueno, a todo el mundo, por lo que parece.
Bajo acompañada del capitán y su hijo William.
Ordena que cierre la puerta y me pide un informe de lo que ha pasado fuera con las sirenas, mientras ellos huían con el rabo entre las piernas.
-Hemos perdido a unos pocos hombres, uno de ellos era su segundo de abordo-digo, refiriéndome al calvorota, ya que nunca me aprendí su nombre de verdad.
Al capitán se le oscurece la cara de repente. Por lo que podía observar día a día, ambos parecían buenos amigos y de confianza. Y eso es muy peculiar en Gurbert el Tuerto, ya que nadie consigue fácilmente su respeto sin antes pasar su complicado test, el cual muchos suspenden.
-Padre, yo podría ocupar su puesto, sería un gran honor...-le empieza a comentar William de una forma que solo se puede describir con dos palabras:
Lame culos.
-Cállate. Ni en sueños te dejaría ocupar tal cargo, aún tienes mucho que aprender. Un muchacho como tú en el cargo, ¡ja! Pero tal vez una chiquilla...-responde el capitán a la petición absurda de su hijo, y este pone su cara de indignación y enfado al ver que se empieza a dirigir su padre a mi, analizándome de arriba a bajo.
No. De ninguna manera. Lo que me faltaba.
-Señorita Foster, ¿le aceptaría ser mi segunda de abordo?-me pregunta Gurbert el Tuerto.
-Pero yo... Si ni siquiera he cumplido con la misión que usted me encomendó-digo confundida.
-Ya lo harás. Le estoy premiando por haber salvado el navío, por eso le aplaudían eufóricos mis marineros, ¿me equivoco?-me explica la razón de mi reconocimiento.
William me mira con cara asesina. Ahora si que me tiene manía.
Encima tiene ma valentía de quejarse cuando él ha sido el que ha decidido esconderse mientras la gente luchaba y moría ahí fuera. No es más que un cobarde, al igual que su padre.
Asiento en señal de respuesta.
Me da permiso para retirarme, pero antes me informa que como su mano derecha, deberé tener reuniones al menos cada dos días con él para hablar de cuestiones comerciales, de rutas y asaltos.
Yo ya conocía la existencia de esas reuniones, ya que muchas veces he visto a William (que también asiste como primogénito) y al difunto secuaz entrar al camarote del capitán varias veces por semana, y tirarse ahí al menos dos o tres horas sin que nadie les interrumpiese.
-Antes, un consejo, Foster. Debería tomarse más en serio su reputación. Besar a un hombre delante de todo el mundo podría hacer eso que jugase en su contra. Deben verla como una amenaza, no como a una ñoña adolescente-me recomienda el capitán Gurbert.
No comento nada. Me limito solo a asentir.
Se que en parte tiene razón. Ahora mismo hasta yo me avergüenzo del numerito que he montado, pero no de haber demostrado lo que siento hacia Christian Dylle.

Continuará...

Lone wolf (loba solitaria)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora