5. Noche de paz, sin paz

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Toda mi miserable y enfermiza vida me he preguntado con ímpetu por qué la canción emblema de la Navidad se llama "Noche de Paz", o "Noche silenciosa", según los españoles. Creo que es un nombre muy poético para aquel sobrevalorado pedazo de chatarra musical que representa la voz de la Navidad.

A estas alturas, ya se habrán dado cuenta que yo soy aquel ente verde que no tiene amigos y que detesta todo aquello que alguna vez en su vida lo ilusionó. ¿Es que acaso no es la ilusión el mejor regalo que uno puede tener para Navidad? Es ligero y hermoso como la nieve, pero negro y opaco como el carbón.

Les contaré un poco de mi historia y cómo me he convertido en lo que soy; no por nada mi piel se ha tornado verde, mis ojos amarillos con pupila de lagarto y mi voz tan suave como un vidrio raspando la espalda de un metal. Sin mencionar la pérdida de varios kilos y la nueva alfombra que tengo en vez de pelos alrededor de todo mi cuerpo. ¡Oh!, amigos míos, amantes de una fiesta destructora de almas, les quiero confesar algo: todo lo que soy no es más que una representación metafórica de mi sufrimiento.

Mi piel se ha pintado del color de la envidia; y mi pupila, la que solía ser redonda capaz de visualizar las cosas de manera abierta y tierna, se volvió filosa y puntiaguda, maldita y poco estética por lo que veo hoy en día. Peso tan poco porqué casi no existo durante el año, a excepción de esta víspera horrible, y la música que sale de mi voz es tan estridente como dos violines desafinados porque se me ha podrido el interior con odio y soledad. ¡Y por si fuera poco me escondo detrás de mi pelaje de mono enfermizo, tengo vergüenza y odio de lo que soy!

Es ahora cuando me hastío del espejo, empaño mis pensamientos con ese penetrante olor a mierda y comienzo con lo que fui. ¿No es cierto, compañeros míos?, porqué quizás éste será su regalo de navidad: encontrar la razón del Grinch, aquella bondad que para algunos nunca existió. O por ahí están buscando algún tipo de justificación para lo que son ustedes, seguro algunos se sentirán identificados con lo que soy. ¿Tengo que mencionar lo horrible que puede llegar a ser una Navidad? ¿Tengo que indicar que la decepción es un sentimiento que perdura después de las fiestas a diferencia de la traicionera felicidad? No los culpo por sentirse así, en cambio yo, toda mi vida he culpado a mi pasado. He aquí, mi horrible y aburrida historia con sabor a piedra bañada de miel:

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Hace unas largas y aburridas navidades atrás, cuando yo solía ser lo que se consideraba humano, mi nombre era: Arturo Caballero. Un nombre simple y conciso. Lo que sugiere que esta historia le puede suceder a cualquiera. Después de todo, les aseguro que todos pasamos alguna Navidad convertidos en monstruos envidiosos de color verde.

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