Cap. 20 Lo que era obvio

29 2 0
                                    

Saúl

Hoy me mire al espejo, volví a ver el lunar que tengo cerca a mi ombligo, las extrañas cicatrices que rodean mi espalda y observé detenidamente mi cuerpo, los cambios son notables y no me refiero a hacer ejercicio, hablo de la aceptación, de aceptarme a mi mismo tal y como soy, terminar guerras frente al espejo y poder entender que este soy yo, soy Saúl.

Cuando era pequeño solo me asustaba la oscuridad, esa sensación de quedarme solo y que todo a mi alrededor se torne de color negro, con el paso del tiempo mis temores se fueron haciendo más personales y eso incluía el no gustarle a otra persona, la soledad es algo que muchas personas sufren y sin embargo no todos la disfrutan, hay quienes temen cumplir cierta edad y no haber encontrado el amor de su vida aún, yo soy de esas personas. A mis dieciséis años le temo al rechazo, al expresar mis sentimientos y ser burlado por eso, creer que todo el universo está contra mí y que ni un tarot podría ayudarme con la misión de encontrar y sentir el amor, este problema por normal se relaciona con chicas (Grabe error) porque ambos sexos le temen al no sentir cariño por lo menos una vez, la mayoría en algún momento han fantaseado con su propia boda y los que son extremos dibujan a sus hijos.

Todos estamos destinados a encontrar ese alguien, pero sí ese "alguien" se perdió en el mundo, talvez él o ella aún me buscan, quizás se rindieron (Casi como yo) o existe la posibilidad de que haya muerto y que mi destino sea morir solo rodeado de peces (no me gustan los gatos) haberte encontrado a ti no significa que logré sentir amor, mucho menos que no me lastimes en alguna oportunidad.

Nuestro huésped sea usted.

Saúl
Hoy la cita será en casa, 08:30 PM no faltes, mamá ya preparo la cena

05:00 PM

Mi madre cree que es buena idea conocer a la chica de la cual habló en la mesa a la hora de comer, dice que ya pasó el tiempo suficiente para hacer su rostro familiar, han pasado diez meses desde que Nala entro por algún motivo a mi vida, Los efectos secundarios han sido notorios pero efectivos, está enfermedad que yo mismo invente me a obligado a quedarme en casa a tomar sopa de pollo, solo para ver si en algún momento me tejes una bufanda a mano (para el frío).

Al decirle a Nala que mis padres querían conocerla su reacción no fue negativa, al contrario, se emocionó y no rechazo mi invitación a la cena familiar. Cuando Sofía visito mi casa por primera vez era verano, mis padres la recibieron con dudas pero siendo amables, está ocasión se trata de presentar mi amiga, solo eso, una amistad de poco tiempo que logro engancharme y hacerme sentir místico.

¿Mesa para dos?

Cuando la noche estaba cayendo el timbre de nuestra puerta sonó, todos en el lugar sabían que nuestra invitada había llegado, los nervios empezaban a apodarse de mí y sin embargo tuve la valentía de ser yo quien le diera la bienvenida a Nala.

- Estoy nerviosa, ni digas nada, ayúdame -dijo apenas abrí la puerta, sus manos se encontrabas atrás de su espalda y sus pies estaban cruzados entre ellos.

- Respira -dije en voz baja - También tengo nervios pero es mi familia, lo peor que pueda pasar es que nos pregunten si algún día nos casaremos y no creo que suceda -agregue.

- ¿Que nos pregunten o que nos casemos? -pregunto ella.

- Ambas -respondí.

Nala paso a mi hogar y cada uno la saludo de una manera diferente, un beso, un abrazo y un apretón de manos no podía faltar, el ambiente no se tornaba pesado y eso era bastante gratificante, mientras mamá y papá preparaban la mesa Gustavo hacía malos chistes que hacían reír a Nala.

Por un momento pensé "¿Que es esto?" El futuro puede ser enemigo y cuando está chica no haga parte de mi vida no faltará el comentario que me recuerde a ella, mi hermano mayor diciendo que Nala se sentó con nosotros y que hoy en día ni siquiera se en donde se encuentra.

Cuando podíamos ser (Dedicado A...) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora