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Cuatro días después, Felipe bajó del coche frente a la casa de Amanda. No sabía muy bien que era lo que sentía, pero le parecía increíble que la fuese a volver a ver después de tantos años. Tendría que darle muchas explicaciones, pronto. Llamó a la puerta tres veces, esperando una respuesta que no llegó.

— La enfermera siempre está con ella —Alfonso se encogió de hombros.

Volvió a llamar, varias veces, casi llegando a perder la paciencia, hasta que, después de diez minutos, se rindió.

— Aquí no hay nadie, Alfonso.
— No sé que ha podido pasar... Puedo intentar llamar a Anahí...

Sabía que no le iba a responder, pero podía probar. Buscó su nombre en la lista de contactos y sonrió al leer «MiAnahí», había hecho un juego de palabras entre Mía y Anahí cuando se enteró de quien era, pero no se lo había contado porque se enfadó con él rato antes. El teléfono sonó y, sorprendiendo a Alfonso, contestó.

— ¡Anahí! Siento molestarte, de verdad, pero...
— ¿Hola? —una voz que no reconocía respondió.
— Hola —miro extrañado a Felipe, que esperaba una respuesta rápida— ¿Con quién habló?
— Noemí —anunció.
— ¡Noemí! ¿Cómo estás? Soy Alfonso, ¿me recuerdas?
— Eh... Si, lo recuerdo, claro.
— ¿Podría hablar con Anahí?
— Lo siento, no va a poder ser.

Alfonso suspiró. Estaba teniendo la misma conversación con Noemí que el día que la vio, preguntaba por Anahí y le respondía que no. Rodó los ojos y volvió a hablar.

— ¿Estáis en casa? Me puedo acercar y...
— No... Verás Alfonso, no es un buen momento. Le diré a Anahí que has llamado.

Y colgó.

Anahí estaba con la mirada perdida, sentada frente a Noemí. Le había dejado el teléfono para llamar a sus trabajos y decir que no iba a poder ir, cuando Alfonso la llamó.

— Era Alfonso —anunció, mirando a Anahí, con cautela.

Esta levantó la mirada con los ojos llenos de lágrimas. ¿Por qué la llamaba? Le había dejado bien claro que no quería volver a verlo. Noemí no sabía cómo interpretar la mirada de Anahí, que parecía que miraba más allá de ella.

— Annie...
— Te he escuchado, Noe —suspiró—. Solo... no sé porque me llama.
— No lo sé, solo me dijo que quería hablar contigo.
— Está bien, no te preocupes.
— ¿Familiares de Amanda Puente?

Anahí se levantó en ese momento, seguida de Noemí, y se acercaron al doctor que las esperaba en la entrada de la sala, negando con la cabeza. Anahí sabía lo que eso significaba, pero quería escucharlo.

— Lo siento señorita —suspiró, agachando la cabeza un poco—. No pudimos hacer nada... La operación iba bien pero el corazón comenzó a fallar... No pudimos salvarla.
— Está bien —asintió, con lágrimas en los ojos—. Sabíamos que era difícil... Gracias doctor.
— No me las de. Por favor... Le acompaño en el sentimiento... Lo siento mucho.
— Gracias —dijo Noemí, colocando un brazo alrededor de ella.

Anahí volvió a sentarse, mientras las lágrimas salían sin control de sus ojos, su madre se había puesto peor la tarde anterior y Noemí le recomendó ir al hospital para que la revisaran con más detenimiento. Algo en los pulmones le estaba empezando a fallar y necesitaban operarla de urgencia para intentar salvarla. Anahí lo habló con Noemí y con su madre, y después de tomar la decisión final, se quedaron las dos solas.

— Anahí, mi pequeña Annie —dijo Amanda bajito, intentando no forzar la voz.
Shh mamá —sonrió acercándose a ella, con lágrimas en los ojos—, todo va a salir bien.
— Pero si no sale... Hay algo que tengo que decirte.
— No —se mordió el labio—. Ya me lo dirás, ahora tienes que descansar, el doctor vendrá enseguida para llevarte al quirófano.
— Te quiero mucho Anahí, y todo lo que hice fue por ti y para ti. Recuérdalo.
— Si, lo sé mamá, yo también te quiero. Ya verás como pronto estamos las dos en casa, disfrutando otra vez.

Hija ocultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora