Capítulo 4: Razones para vivir.

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WEISS

No tengo idea de cuanto tiempo ha pasado, ni que ha pasado en general.

Por alguna razón me duele mucho el pecho, ¡y no es un dolor físico! Es un dolor que ya sentí antes… esa sensación de tristeza y dolor por ver perder lo que amas.

La primera vez que sentí aquella sensación fue en mi vida pasada, durante el tiempo en que me echaron mis propios amigos. Si, éramos amigos; juntos lo dimos todo por mejorar la calidad de mi compañía. Y al final, cuando la vida sonreía, fui traicionado por ellos.

Allí fue cuando sentí tristeza y dolor por primera vez, solo pensaba, ¿Qué les diré a mis padres ahora? La compañía que había heredado era un patrimonio de nuestra familia, un patrimonio que había pasado por muchas generaciones. ¿Saben como me sentí? Devastado, triste, como lo peor de lo peor.

Quería llorar, quería mandarlo todo al infierno. Y, aun así, trate de ver el lado positivo de la vida. Con mis ahorros —que eran muchos—, podría vivir en paz con mi esposa, a la mujer que tanto ame desde que era niño.

Aun con una espada en mi espalda no me di por vencido, ideé un gran plan para olvidar la traición. Y con esperanzas en mi corazón fui a mi hogar, donde le conté de inmediato a mi esposa lo sucedido. Ella estaba impactada, lo recuerdo bien… como lucia molesta diciendo que fue una injusticia, como lloro conmigo y me apoyo.

Esa vez pensé; si es con ella, tal vez pueda seguir.

Para la noche, cuando mi malogrado corazón recuperó fuerzas creyendo en un falso futuro, un hombre llego a nuestro hogar. Mi esposa lo presento como un amigo, y de verdad me dejo una buena impresión por lo simpático que era. Confié en mi esposa, confié en él… y luego, una noche como cualquier otra fui apuñalado por mi esposa mientras cambiaba mi ropa.

Ella lo conto todo, como me había sido infiel, como jugo conmigo… lo recuerdo, el rostro de aquel imbécil amigo de mi esposa, o mas bien, amante de mi esposa.

Hasta entonces no había sentido ira, no había odiado. Pero ese fue mi punto de ruptura, ese fue mi limite.

Los maldije a todos antes de morir, juré en mi corazón que sin importar que, lograría vengarme de todos ellos; de mis falsos amigos, de mi esposa, de aquel bastardo.

Con suerte, talvez me volvería un fantasma y los mataría a todos.

Esos fueron mis pensamientos.

Y mas tarde, un dios respondió mi llamado de venganza. La verdad fue un poco bizarro todo aquello, pero mi ira fue calmada al saber que podría vengarme.

Entonces reencarné en un dragón, conocí a mi madre Tiamat, y con el tiempo me hice muy amigo de mis hermanos; de la loca Ophis, del tímido he inteligente Phiel, de la elegante Yissiel, y de mi calculador y frio hermano Reum.

Puedo decir con orgullo que fui mas feliz con ellos que lo que fui en mi vida anterior. Durante los siete años que estuve en este mundo no tuve que ser forzado a hacer felices a otros, no tuve el peso en mis hombros de llevar algo que no podía. Simplemente, fui libre, me divertí como nunca antes.

Sin darme cuenta, mis llamas de venganza he ira se habían ido. Nuevamente pensé; si es como ahora, ¡mi vida será genial!

•••

Siempre me pregunte, ¿Qué significa Vengador Celestial? Y su respuesta era bastante simple; es alguien que guarda todo el rencor y odio en su corazón para en un futuro, liberandolo de la peor forma posible. Sin importarle el castigo de los dioses, sin importarle el bienestar de los demás, sin importarle su propia vida. Alguien que solo busca venganza a como dé lugar.

Juego de Héroes: La venganza del Dragón Blanco ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora