Capítulo 9: ¡Camino al Continente Umbral!

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WEISS.

—Así que eres el hijo de Tiamat, mis disculpas —aun un poco conmocionado por lo que había pasado, asentí al gigantesco… ¿dragón? De agua que ahora estaba frente a nosotros. Digamos que tiene un largo cuerpo como una serpiente, demasiado largo, y que ya de por si es gigantesco y no ha sacado completamente su cuerpo del mar. Tiene múltiples pares de alas cortas, y aletas en su cuerpo, además de tres pares de ojos verdes.

Este dragón… es Leviathan, uno de los reyes dragón de la Isla Dragón.

—N-no pasa nada… fue nuestra culpa —dije sintiendo como en mi espalda, Airis se asomaba por mi hombro aterrada del dragón frente a ella.

—No me dijiste que eras hijo de la Matriarca Tiamat —me acuso ella en un susurro, a lo que simplemente reí en voz baja.

—No creí que fuera importante —le dije en respuesta, a lo que pude sentir un pequeño pellizco en mi cuello.

Bien, ahora, ¿Cómo paso todo esto? La noche después de que Airis y yo… bueno, hicimos ciertas cosas, le pedí que fuera conmigo en un viaje por el mundo. Esto en gran parte a que debía buscar a la que es mi héroe asignada, puesto que, en estos últimos dos años, sus estados han estado empeorando. Por ello, me dije que ya era suficiente de nivelarme, y que debía marchar cuanto antes. No obstante, solo después de esa noche note que Airis se había vuelto alguien irremplazable para mí.

Es como si la conociera desde hace mucho, y creo que es la única en que puedo confiar.

Dejando eso de lado, Airis acepto ir conmigo, me sentí un poco culpable por no decirle que en realidad quería ir por otras razones… en fin, al día siguiente… no hicimos nada, Airis me mantuvo ocupado durante horas en las que de verdad creí que iba a morir.

Después de ese día, desperdiciado en mi opinión, fuimos y visitamos a los padres de Airis. Ella en un principio estaba preocupada, pues no había sabido nada de ellos en dos años. Yo por mi parte, estaba un poco reusó a regresar a la Cordillera Arcoíris, y aun así me adentre a ese lugar con tanto buenos recuerdos, como malos, junto a Airis.

Incluso en estos dos años no le había contado a Airis sobre mi pasado, ni quienes eran mis padres. Ella al igual que yo no había hablado mucho sobre su pasado, con excepción de su madre, de ella siempre habla. En fin, yo con mi ahora nueva forma demihumana (con la cual podía usar alas blancas como las de un ángel), y Airis con sus alas multicolor, llegamos a su hogar.

El llegar fue tranquilo, como siempre los dragones permanecían en sus cuevas tratando de sobrevivir en esta isla donde el territorio lo es todo. Airis me llevo junto a ella a una cueva apartada que curiosamente, parecía una cabaña de madera en medio de una zona montañosa.

Allí, Airis un poco temblante toco la puerta, mientras que yo le daba ánimos. No paso mucho para que la puerta fuera abierta y de ella una mujer en sus veinte saliera, una copia casi exacta de Airis. Ella al ver a su hija, no dudo en abrazarla.

Lo que paso después fue una hermosa reunión familiar con los padres de ella, y que ella me presento como su esposo ante su familia. Aun recuerdo el aire gélido en ese momento y las miles de preguntas que me hizo su padre, quien era de piel morena y de grandes músculos.

Al final, ellos me aceptaron como esposo de Airis y casualmente esta les comento que nos iríamos al continente mas cercano, el cual es Umbral. Creí que sus padres se opondrían, no obstante, ellos mas bien nos alentaron y nos contaron historias de su pasado.

Tal parece que los padres de Airis antes vivían entre las otras razas del continente como aventureros, gracias a ello su madre y su padre obtuvieron muchas habilidades que son las que heredo Airis. Al final, la madre de Airis le entrego varios objetos que uso en sus tiempos alegando que ahora ella los necesitaría. De la misma manera, el padre de Airis deposito su gran mano en mi hombro y me dijo que lo acompañara.

Juego de Héroes: La venganza del Dragón Blanco ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora