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El restaurante se encontraba ya casi vacío, a excepción de algunos pocos clientes que se estaban retirando y otros trabajadores limpiando y haciendo sus deberes.
— Hey — Warren se acercó a Lily— ¿Cansada? — preguntó al ver cómo ella se sentaba en un asiento y recargaba su cabeza en la mesa—.
— ¿Tú qué crees? — le sonrió levemente—.
— Creo que deberías tener cuidado con lo que haces.
La chica alzó la mirada confundida a lo que el pelinegro señaló la mesa, que empezaba a desaparecer poco a poco.
— ¡Diablos! — rápidamente alejo su mano— ¿Por qué no lo dijiste antes?
Ambos rieron un poco y se volvieron a acomodar.
— También creo que merecemos un gran descanso — habló el chico de nuevo—.
— Vaya, estamos completamente de acuerdo — quitó un poco de cabello de su frente—.
Warren encendió la vela del centro con su dedo índice, logrando que la chica sonriera ampliamente y por ende, él también lo hizo.
Lily debía admitir que, apesar de gustarle su faceta de chico malo, el otro lado era en su totalidad encantador.
— ¿Qué hablaste con Layla? — mordió su mejilla interna a causa de la curiosidad—.
— Uh, cosas, sobre el baile y eso — contestó jugando con un tenedor—.
La castaña agradecía que él no la veía en esos momentos ya que su sonrisa se había desvanecido un poco.
— ¿Tú... Irás al baile? — Lily preguntó ladeando la cabeza—.
— No lo creo, no es algo que prefiera — respondió casualmente —.
Los dos quedaron en silencio, sin embargo era cómodo.
— ¿Tú vas a ir?
— Eso creo, aunque aún no sé con quién.
Se miraron un poco, hasta que la chica le hizo una mueca graciosa, haciendo que el rodará los ojos divertido.
— Por cierto, buen juego el de hoy — halago ella—.
— Claro, después de casi morir supongo que fue legendario — exageró el chico con una sonrisa burlona—.
