Chapter Thirty.

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—Bueno... Cuéntame sobre Gustabo ¿no? ¿Cómo vais?— preguntó con curiosidad metiéndose un gran bocado de pasta en la boca. Samantha sonrió.

—Le da mil vueltas a Greco. —Babi termino de tragar y carcajeó al escuchar aquello. Se sentía tranquila la saber que estaba de bien con su nueva pareja.— Realmente Gus es un amor, aunque no lo parezca por fuera.

—Joder, que estoy aquí.— se quejó haciendo gestos con sus dos manos para que le prestasemos atención. Las dos mujeres se empezaron a reír.

El cuarteto estaba cenando en casa de Babi. Esta los hizo venir ya que sabía que Horacio se sentía algo mal y ¿que mejor que levantarle el ánimo con su gran grupo de amigos?

—Hace mucho que no salimos de fiesta ¿no?— cuestionó para cambiar de tema el chico de cresta blanca.

—Tu lo que quieres es ir lacasito ¿no?— preguntó con una sonrisa burlona. La morena quien estaba al lado de Horacio empezó a reírse de una manera muy exagerada, no había escuchado tal cosa en su vida.

—¿C-como que lacasito?— preguntó intentando no reírse Samantha. Horacio al ver a su mejor amiga empezó a reírse.

—Pues si, ¿nunca lo escuchaste? Ir un poco pinocho.— y eso fue la gota que colmo el vaso. Babi de la risa de cayó de la silla pero eso no le importo ya que siguió riéndose.

—Ay por la raza que se me ha mata'o mija.— dijo acercándose con las manos en la cabeza la rubia. Era inevitable no reírse de aquellas palabras ni aquella caída.

—J-joder...— murmuró Babi sentandose mientras se sujetaba la barriga. Horacio la ayudo a levantarse sin dejar de reír.— Se te va muchísimo Gustabo.

—La verdad es que voy un poco truskis.— se encogió de hombros. La morena volvió a reír. Con ese hombre no se podía estar sería en ningún momento.

—Callate ya gilipollas.— hablo Sam y seguidamente cogió un cojín y le pegó en la cara a su novio. Gustabo al sentir aquello cogió otro cojín y empezó una pelea.

—Se los ve muy bien juntos.— habló con una sonrisa mirando aquella escena. La sonrisa se le borro al sentir un cojín en su cara.

—¿Ah, sí? ¿Te vas a poner ñoña?— se burló Horacio sosteniendo un cojín en su mano. Babi lo miró mal, su mejor amigo le saco la lengua aunque tenía miedo de lo que hiciese la morena.

—Te vas a enterar gilipollas.— Corrió en busca de un cojín. Cuando lo encontró fue a por el hombre con cresta, lamentablemente al intentar darle le dió a Gustabo. Comenzando una pelea entre todos.

Un portazo en la puerta los hizo parar y alarmarse a todos. Se giraron lentamente encontrandose a una extraña cara del superintendente.  Iba a hablar pero este recibió un golpe de cojín lanzado por Samantha.

—Listo. Ya hemos muerto.— habló Horacio con un tono sarcástico. Babi empezó a rezar y Gustabo a reírse junto con Samantha.

—Putos paletos de mierda...— murmuró cogiendo el cojín y lanzándoselo pero está vez a Babi. De nuevo, una pelea de cojines pero está vez con la presencia del superintendente.

—¿Qué hacen aquí?— cuestionó en un susurro hacia su pareja. Estaban los dos lavando los platos mientras los otros tres estaban en el salón viendo a saber que, en la tele.

—Bueno, Horacio estaba mal y quise animarlo.— contestó levantando sus hombros con una sonrisa. Jack posó una mano en su cadera y le plantó un corto beso en sus labios.

—¡Babi!— exclamó el chico con cresta al ver como la pareja volvía de la cocina.— Muéstrale lo que le compramos hoy al papu.

—¿Os comprasteis jueguetes para...? ya sabes...— levantó y bajo las cejas el hombre de rubio, ganandose una ostia de Jack y unas risas de los presentes.— ¡Oye!

«𝙉𝙤 𝙨𝙚𝙖𝙨 𝙩𝙖𝙣 𝙖𝙣𝙩𝙞𝙜𝙪𝙤 𝙖𝙗𝙪𝙚𝙡𝙤»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora