Chapter Thirty-six.

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—Vamos Jack. Llegaremos tarde.— insistió por quinta vez, sacudiendolo levemente.

—5 minutos más muñeca...— se tapo hasta arriba con la manta. Babi río y lo destapó por completo.

—Eso me dijiste hace 5 minutos, muñeco.— le imitó y salió de la habitación para dejar a su pareja tranquilo.

Jack bufó y de mala gana se levantó. Se quedó un minuto sentado en el borde mirando a sus pies, el sueño que tenía era inexplicable.

Era viernes e iban a pasar el fin de semana a las afueras de Los Santos, como habían acordado días atrás.

¿Por qué Conway estaba tan cansado? Después de la actuación de su pareja el grupo entero se habían quedado para tomar alguna que otra copa y bueno, entre bebida y bebida eran más de las 4 de la noche.
La morena lo estaba levantando a las 8 de la mañana, había dormido menos de 3 horas.

Un pitido sonó a las afueras del lugar donde hospedaba la pareja. El mayor de los dos salió de la habitación bien peinado, con sus típicas gafas, con su atractivo perfume... pero está vez sin su traje. Vestía de polo blanco y un vaquero azul.
La chica sonrió al verle así, definitivamente le gustaba más ese Jack que el superintendente.

—¿Listo?— cuestionó agarrando sus pertenencias que tenía en el suelo. Conway iba con ellas en sus manos ya de antes.

—No.— contestó con un tono adormilado y molesto. La morena le beso la mejilla y sonrió.

Al salir de la casa divisaron una furgoneta dónde estaba Gustabo de piloto y Samantha de copiloto, Horacio seguramente en la segunda fila de asientos.
Abieron el maletero y dejaron sus cosas ahí, sin antes saludar a la otra pareja. Estos últimos les dieron un café, un chocolate y unos croissantes para desayunar ya que no lo habían hecho.

La última pareja se subió a la segunda fila de asientos junto con Horacio, este dormía plácidamente en la ventana de la izquierda con sus auriculares puestos. Su mejor amiga lo acomodó bien en el lugar y posó una pequeña almohada para su cabeza, sino nadie lo soportaría con sus dolores de cuello. Al hacercarse a el pudo escuchar como en sus auriculares se producía la canción de "colegas", la que habían compuesto ellos dos. Inconscientemente sonrió y le depositó un beso en su mejilla.

Babi se encontraba en el medio de los dos hombres, ahora mismo sujetando la mano del mayor. Lo miro y se encontraba durmiendo apoyado en el respaldo de la silla.
Con cuidado cogió su cabeza y al posó en su propio hombro. Conway se movió un poco y agarró el brazo de la mujer como si fuera aquello un peluche y se volvió a dormir.

Algunos preguntarán ¿y el gato?
Tranquilos, Gigi esta en casa de uno de los mejores amigos de Babi, en casa de Gines.

Horacio después de unos minutos se despertó y comenzó a hablar con su mejor amiga, hablaron prácticamente de todo, no sabían porque pero está habían hablado de la política.
Jack Conway seguía dormido plácidamente, la pareja de rubios hablaban de cualquier cosa o Gustabo molestaba a Samantha para distraerla de su carretera.

Ahora mismo se encontraba Babi jugando a las palmaditas con el chico de cresta.

—¡Que no! ¡Es así!— subió sus manos e hizo como que palmeaba al aire.— Choco choco la la choco choco te te, choco la, choco te, chocolate. ¡No es tan difícil!

—¡Pero tu lo haces demasiado rápido!— se excusó la morena. En verdad era cierto, la chica nunca había jugado a las palmaditas y si lo había hecho, realmente ni se acordaba.

—¿Enserio Babi?— se giró Gustabo posando su brazo izquierdo en su respaldo, girandose por completo a ellos.— Vamos a demostrarle a Babi como se hace.

«𝙉𝙤 𝙨𝙚𝙖𝙨 𝙩𝙖𝙣 𝙖𝙣𝙩𝙞𝙜𝙪𝙤 𝙖𝙗𝙪𝙚𝙡𝙤»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora