Parte 11. Primera Cita

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El estar mas de dos horas en la tienda de ropa había estresado en gran manera a Simón, aunque no menciono nada porque únicamente le compraron ropa a el, la niña ni siquiera quizo mirar la ropa para ella, lo que hizo que Simón no pudiera quejarse, además para ser sincero con el mismo la ropa que llevaba era sin lugar a dudas el mejor conjunto que había tenido en toda su vida, en el orfanato era común usar ropa de niños mayores y después de crecer para dejar esa ropa a los niños mas pequeños, por lo tanto nunca tuvo ropa específicamente para el y tampoco es que le importara, después de todo la ropa solo era ropa, en las calles incluso estar vestido ya era una ganancia.

Los niños salieron de la tienda tomados de la mano, se dirigieron a una pequeña cafetería dentro del mismo centro comercial, el ambiente era agradable y se tenia un aroma dulce por los pasteles que recién se colocaban en el mostrador.

"Quiero dos tartas, una de fresa y otra de mora señorita", dijo Lea mientras los atendía una camarera

"Claro pequeña, ¿Vienen solos?"

Lea miro a la camarera, quien les hizo la pregunta, su mirada daba a entender que sentía curiosidad, quizá tenia miedo de que no le pagaran, "Jeje que inocente".

"Claro que si, es nuestra primera cita después de todo"

La camarera y Simón voltearon a ver a la pequeña Lea con ojos de sorpresa

"¡Que primera cita!, solo salimos de compras" dijo Simón avergonzado.

La camarera miro como Simón estaba tan rojo hasta el cuello, esta imagen le causo  una sensación de gracia que no pudo evitar soltar una pequeña carcajada, incluso las personas que estaban en las mesas cercanas se rieron de esta pequeña declaración.

"Claro buñuelo, salir a comprar también es parte de la cita"

"Tu... Pero que diablos estas diciendo"

"Buñuelo a mi me enseñaron que cuando sales con una persona estas en una cita...  ya sabes he salido con el abuelo antes y esa fue una cita, ahora que salí contigo es otra cita y como es la primera vez que salimos  juntos es nuestra primera cita"  dijo Lea con la sonrisa mas inocente que pudo poner en su rostro. 

Todo el mundo no pudo evitar soltar suspiros de adoración hacia la pequeña, quien hubiera pensado que lo que la pequeña niña dijo y lo que estaba en su mente eran cosas totalmente diferentes.

Simón realmente sintió que no podía entender a esta niña, es como si lo que dijera y lo que quería dar a entender fueran dos cosas totalmente diferente, incluso empezaba a sospechar que esa mirada tan inocente no era tan inocente como quería hacer pensar a todo el mundo, poco a poco Simón iba conociendo mas sobre la personalidad de Lea, aunque al principio no le gustaba que ella siempre ganara ahora se estaba acostumbrando a la situación y no le parecía tan molesto.

"Claro..." fue lo único que Simón dijo mientras Lea le daba una de esas sonrisas de vitoria; "Jeje ya te tengo mi buñuelo"

Cuando terminaron de comer, Lea quería pagar pero la camarera les sonrió desde el mostrador

"Corre  por la casa" dijo con los labios sin articular palabra  para que todos no  la escucharan pero la pequeña Lea comprendió.

Hizo su sonrisa mas grande y con los labios sin decir palabra también susurro "Gracias"

Luego Lea y Simón cansados por el día decidieron irse a la mansión, en la entrada seguía el chofer esperándolos para partir. Mientras tanto las personas que los habían observando los vieron alejándose.

"Por fin se termino"

"Esa niña... ¿no crees que actúa raro?"

"Raro dices..."

"Si, no recordaba que la nieta del jefe fuera tan encantadora"

"Encantadora ... jajaja... y yo que pensaba que  ibas a decir algo importante"

La mujer frunció el seño, había estado vigilando a la pequeña nieta de su jefe desde que los asignaron este trabajo hace un algunos meses, y durante estos últimos días la pequeña comenzaba a actuar de forma extraña, no era que fuera extremadamente raro es solo que la personalidad que tenia antes y la que tenia ahora eran tan diferentes que no podría pensarse que eran la misma persona, pero claro esto solo ella logro notarlo su compañero no pudo identificar  esas cosas, "Ah... Hombres".-

En el camino a casa Lea miraba a Simón detenidamente, ahora que estaba con ropa nueva y limpio se dejaba ver claramente la hermosura de su pequeño, lo único que faltaba era llenar de grasa esas mejillas y seria un perfecto angelito, "Ah quisiera morder sus mejillas", pensaba Lea mientras lo veía. Simón por su parte sentía la intensa mirada de la niña sobre el, ¿Por que parecía tan hambrienta?, no acaban de terminar de comer, esto le hizo fruncir el seño "Parece como si quisiera comerme".

Luego del día tan agitado que tuvieron Lea se sintió realmente cansada, aunque su mente estaba al cien por ciento activa su cuerpecito no parecía estar de acuerdo con ella, se sentó en la cama y se quedo profundamente dormida. Simón en la sala se sentía un poco extraño, desde que llegaron a la mansión había perdido de vista a la pequeña niña, y ahora que no estaba molestándolo se sentía un poco vacío, así que fue a buscarla por toda la mansión, le pregunto al señor Braham si la había visto y el le indico que la vio subir a la habitación, ambos se dirigieron a la recamara para ver a la pequeña y la encontraron  acurrucada como un pequeño gatito, era la imagen mas tierna que alguna vez hubieran visto, y  al momento de verla se formo en el rostro de Simón una pequeña sonrisa.

El señor Braham observo a Simón con ternura, desde que entró a la mansión esta era la primera vez que lo veía sonreír, este niño era muy hermoso  pero nunca sonreía y eso le hizo dar un aire de frialdad en su entorno pero  y ahora que vio sonrisa le parecía un niño como cualquier otro, incluso la sonrisa en su rostro le hacía parecer más lindo, "Ah señorita se lo ha perdido", miró con tristeza el señor Braham a Lea.

"Debería tomar una foto" pensó el señor Braham en vos alta.

Simón al instante se puso rígido y miró al hombre junto  a él con frialdad.

"¡No!"

El señor Braham se sobresalto, había dicho algo sin pensarlo pero lo que más le causó impresión fue la mirada fría que el niño le lanzaba

"Ella no debe tener fotos dormida, no es bueno" dijo secamente Simón mirando al señor Braham

"Claro, joven amo"

El señor Braham miró al pequeño Simón con pesadez, había dicho en voz alta lo de tomar una foto pero no pensó que el niño lo malinterpreria de esta forma, y lo peor era que no poda hayar una forma de explicarle  que a quien quería tomar una foto no era a su joven señorita sino a él, "Ah... Señorita... Despierte luego por favor"

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Hola amigos aquí gato azul, ¿que les parece? Ya los enamoro la pequeña Lea (:













Me robare al hermoso villanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora