i.i welcome back

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Max podía recordar con una claridez nítida su cumpleaños número ocho, bueno, en realidad, la gran fiesta que sus padres le habían organizado a ella y a su melliza, Sam. 

Y una sonrisa volvía a su rostro recordando que justamente esa mañana, su madre le había dado de regalo un vestido verde que al principo, le había encantado por completo , pero luego miró a su hermana con uno identico pero en rosa. Lo odió de inmediato. Así que ese día - su primer día de rebelión tal vez- optó por usar un jean y una playera cualquiera, a pesar de las suplicas y los enojos de sus padres. 

Había sido así siempre, sí Max tenía algo, Sam debía tenerlo tambien y sí Sam quería algo, en conscecuencia, Max debía de quererlo también. Tal vez era así por ser mellizas, tal vez era así porque ambas simpre habían estado en una constante lucha por sobresalir de la otra y tal vez por eso Max odiaba tanto a su hermana. 

Su cumpleaños número ocho, como ella lo recuerda, más allá de venir con miles de regalos caros de parte de los amigos de sus padres y un tampolín en el patio de su casa, llegó con -la no tan- sorpresiva noticia de que Sam quería dejar de entrenar karate. 

Y es que era obvio que algo así tenía que pasar tarde o temprano con la menor de las mellizas, Samantha siempre habría y preferiría la aceptación social sobre todo, y claro, si un hijo quiere sobresalir del otro, la ruta más eficaz es tomarle la contraría, y era así que Max había adoptado una actitud rebelde y molesta ante todo mundo. 

Para cuando lo supo, una mañana en domingo, su horario habitual para entrenar karate con su padre y su hermana, descubrió que su melliza seguía dormida y su padre había salido. 

⸻¿Papá regresará pronto?⸻preguntó una pequeña Max a su madre, quien cargaba a un bebé Antonhy en sus brazos.⸻Creo que ya me salió el movimiento de la semana pasada.

⸻No cariño, regresará hasta tarde.⸻ sonrió Quinn acariciando la cabeza de la pequeña rubia.⸻ Ve a cambiarte y te daré de desayunar. Ah, y despierta a tu hermana, por favor. 

Max había asentido a regañadientes las instrucciones de su mamá, tal vez algo le había surgido a su papá en su trabajo, tal vez no fuese nada y ciertamente, un día de descanso no le iría mal. 



Max revolvió suavemente y turtosamente lento el pudín de chocolate que le habían dado en la cafetería de su preparatoria .

 Les dio una mirada rápida a Dimitri e Eli quienes le sonrieron fugazmente.

 Los tres habían sido buenos amigos desde inmemorables tiempos, como a Dimitri le gustaba decir, a los tres los excluían de cualquier grupo pues, no eran lo suficientemente nerds como para encajar ahí pero tampoco eran lo suficientemente atléticos o populares como para encajar por allá. 

Excepto Max, o al menos eso creían sus dos mejores amigos que le aseguraban incontables veces que ella bien podría irse a desayunar con su melliza y sus amigas; pero la rubia no estaba tan segura de eso. 

⸻¿Puedo sentarme? ⸻ una voz con acento hizo que los tres miraran al joven moreno que los observaba atentamente. Max parpadeo unos segundos tratando de encontar palabras pues casi nunca nunca se les acercaban demasiado, pero la voz de Dimitri llego primero.

⸻Lo siento, la mesa esta repleta.⸻ indico señalando los tres lugares vacíos restantes con burla y sarcasmo.⸻ Te pondré en la lista de espera, es probable que puedas hasta el próximo semestre. 

𝐫𝐮𝐧𝐚𝐰𝐚𝐲  , miguel diaz ²Where stories live. Discover now