Severus Snape
Abrí lentamente mis ojos al mismo tiempo que trataba de levantarme pero algo me lo impidió, mire hacia abajo y vi un pequeño bulto debajo de mi capa, la alce y me encontré con una cabellera alborotada color castaño.
Sonreí de lado y vi que seguía aferrándose a mi túnica, me había quedado dormido con ella encima de mi. Nunca antes había podido dormir a la perfección, no tuve pesadillas ni insomnio. Por primera vez después de mucho tiempo había logrado descansar. No sabía cuándo tiempo había pasado, trate de levantarme sin despertarla y cuando lo logré dejé recargada su cabeza sobre un cojín.
La mire a lo lejos y vi como inconscientemente se cubría más con mi capa, se tapaba parte del rostro, solo dejaba visibles sus pequeños ojos. Tal vez no tardaría en despertar así que se me ocurrió una idea.
Fui al comedor para ver si alcanzaba algo de comida y traersela para que comiera aunque sea algo, seguramente despertaría algo débil. Llegué al comedor y los alumnos no estaban solo se encontraba Albus, seguramente vendría de ratonear en la cocina.
-Severus que sorpresa verte ¿Dónde te habías metido? No te he visto en la comida
-Es sábado y la mayoría no come en el castillo
-Claro, todos los jóvenes deben estar en las tres escobas pero tú nunca vas, siempre sueles comer aquí con algunos maestros
-Pues hoy fue la excepción y si me disculpas llevo algo de prisa
-¿Algún problema?
-Nada grave si me dejas seguir
-Bueno no te interrumpo, has de estar muy ocupado
-Ni te lo imaginas-dije alzando una ceja y continuando mi camino hacia la cocina.
Al entrar vi algunos platillos sobre la mesa, un poco de puré de papa y pollo con ensalada, no podía darle eso a Granger, solo me quedaba una opción. Mandé llamar a un elfo y le pedí que me llevara comida de algun restaurante de Londres mágico a mi despacho, estaba algo indeciso por la comida pero al final me decidí por comida de mi lugar favorito.
Había veces que en las vacaciones de diciembre solía ir a un restaurante, era muy tranquila la zona y muy pocos magos iban. Ahí nadie podía molestarme.
Regrese a mi despacho y como era de esperarse aún no despertaba, me acerque a ella y me arrodille quedando a su estatura, poco a poco le baje mi capa mostrando su rostro por completo, pude apreciar que tenía algunas pecas muy pequeñas y poco visibles. Un mechón cayó sobre su mejilla y lo retire con cuidado pero al hacerlo vi sus labios y no pude dejar de mirarlos. No eran tan gruesos ni delgados, eran unos pequeños labios carnosos color durazno.
¿Pero que rayos estoy pensando?
¡No Severus!Entonces un sonido llamo mi atención, el elfo había llegado con la comida, la serví en platos y supe que era hora de despertarla, pero algo en mi no quería hacerlo, quería seguir viéndola dormir pero no, no debía. No era lo correcto.
Me acerque a ella y trate de despertarla con cuidado pero fracase en el intento. La movía ligeramente y le llamaba pero no respondía. Creo que era tiempo de divertirme un poco.
Me aleje un poco de ella, cruce mis brazos y grite:
-¡DEJEN SUS POCIONES EN MI ESCRITORIO! ¡AHORA!
Vi como se levantó rápidamente del sofá aturdida por el grito
-¿Qué? ¿Cómo?-dijo tratando de arreglarse algunos rizos que habían caído por su cara
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El Sacrificio
RomanceUn secreto Dos personas muy diferentes Una batalla Y el mayor de los sacrificios... ¿Quién caerá al final?