<𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓸𝓬𝓱𝓸>

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—Muy bien

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—Muy bien.

—¡¿En serio lo harás?!

—Sí, toma asiento.  Pregunta lo que quieras.

—¡¿Cuántos años tienes?!

—Muchos más que tú.

—¿Qué haces por el día?

—Esconderme del sol.

—¿Qué es lo que te gusta?

—Nada en especial.

—¿Qué te hace sentir feliz?

—¿Tú qué crees?

—¿Podrías responder como se debe? Sólo me has estado dando respuestas cortas y aburridas. —Exige Felix.

—Prometo que la próxima pregunta la responderé bien.

—¿Cómo se crearon los vampiros?

—Paso.

—¡No puedes pasar la pregunta! Vamos, lo prometiste.

—Bien. Voy a contarte una historia.

—¡Genial!

—Hace mucho tiempo, cuando ángeles y humanos convivían en paz y armonía; existió un hombre... Un hombre, que se enamoró de un ángel. Y eso era algo que estaba prohibido. Los ángeles no tenían permitido enamorarse, mucho menos de un humano.

—¿Un ángel? ¿Eh?

—Cierra la boca, Felix. Estoy contándote una historia. En fin, ese ángel también se enamoró de aquel hombre y solían encontrarse a escondidas. Al principio, todo marchaba bien, pero... Ambos hicieron algo que jamás debieron; se entregaron en cuerpo y alma.

—¿Y qué sucedió?

—Dios los descubrió, pero se apiadó de ellos y les dió dos opciones a elegir.

—¿Cuáles eran?

—Número uno: Separarse y seguir como si nada hubiera sucedido. O número dos: Estar juntos por cierto tiempo y después perder sus memorias.

—¿Y cuál opción eligieron?

—La opción número dos. Ambos vivieron felices por mucho, mucho tiempo, hasta que Dios decidió que era suficiente. Los separó y trató de eliminar sus tan preciadas memorias, pero el ángel se negó y huyó con el humano.
Fue una terrible decisión, ya que Dios se molestó. Los atrapó, hizo que el ángel perdiera su gracia y fue encerrado. Dios perdonó al humano, dijo que la culpa había sido del ángel, que nunca debió acercarse a él y ahora pagaría por sus pecados.

—¿Qué pasó después?

—Al no soportar estar separados, el humano pactó con un demonio y estaba dispuesto a venderle su alma a cambio de que le dejase ver una vez más a su amado ángel. Fue un trato justo, el humano y el ángel se encontraron por última vez, se despidieron y una vez que el contrato se cumplió, el humano estaba por morir. Su alma sería devorada por aquel demonio... Pero Dios interfirió de nuevo. Destruyó al demonio con el que había pactado y le dió al humano una oportunidad más. Una oportunidad que no aprovechó y un día antes de que su memoria fuera borrada; se suicidó. Dios se molestó aún más, se sintió traicionado.

𝑫𝒖𝒍𝒄𝒆 𝒅𝒆𝒔𝒆𝒐||𝒞𝒽𝒶𝓃𝑔𝐿𝒾𝓍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora